Naturaleza

Desarrollo Forestal Sustentable

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El INTA Bariloche trabaja desde 1991 para el desarrollo forestal en la Patagonia con un equipo de 30 profesionales dedicados a la investigación forestal. Entre los objetivos más amplios está el de generar tecnología que aporte al manejo sustentable de las masas boscosas tanto nativas como implantadas. Para esto se organizaron los departamentos de Genética forestal, Ecología forestal, Ecología de insectos y Silvicultura. El desafío incluye generar información de ecología en sistemas productivos y el manejo forestal sustentable (MFS) entre otros. Mauro Sarasola, Ingeniero Forestal, desplegó la amplia y detallada información en la siguiente entrevista que nos permite conocer la tarea del INTA en el tema forestal.

¿Cómo se organiza el área forestal en el INTA?
Desde 1948, la temática forestal en el país era desarrollada y llevada adelante por la Administración Nacional de Bosques, que luego, a partir de 1969 pasó a llamarse el Instituto Forestal Nacional (IFONA). El IFONA fue cerrado en 1991, en el marco de las políticas de reducción del estado aplicadas en esa década.
Desde entonces, parte de la temática forestal fue tomada por el INTA a nivel nacional, junto con parte del personal y los campos experimentales del IFONA. Específicamente en el INTA Bariloche, el Área Forestal fue creciendo con el correr de los años, generando proyectos de investigación que permitieron la incorporación de becarios, principalmente ingenieros forestales y biólogos, muchos de ellos hoy ya doctorados o en proceso de terminar sus tesis, e incorporados a la planta de INTA o investigadores de CONICET. Así contamos con aproximadamente 30 profesionales dedicados a la investigación forestal, donde nuestro objetivo general es el de generar tecnología que aporte al manejo sustentable de las masas boscosas tanto nativas como implantadas.

¿Cuál es la estructura organizada para atender el bosque forestado y el nativo?
Estamos organizados básicamente en 4 grupos temáticos: Genética forestal, Ecología forestal, Ecología de insectos y Silvicultura. Los mismos se han ido formando a partir de la iniciativa de diferentes investigadores, con la incorporación de profesionales y armando los equipos de trabajo como parte de la historia reciente a la que hacía referencia antes, donde la mayoría es gente joven, que tiene entre 30 y 40 años de edad. El grupo de Genética, dirigido por el Dr. Leonardo Gallo, lleva adelante estudios de genética de las poblaciones (variabilidad, procesos evolutivos, flujos génicos), de las principales especies del bosque nativo para aportar a la conservación y al uso productivo de las mismas. También realizan programas de mejoramiento genético de especies nativas y exóticas de alto valor productivo. El grupo de ecología de insectos, dirigido por el Dr. Juan Corley, estudia la ecología, dinámica y manejo de las poblaciones de insectos asociadas a la actividad forestal (plagas forestales) y de sus potenciales insectos biocontroladores (control biológico). Otra línea de trabajo de este grupo son las investigaciones sobre la chaqueta amarilla, que si bien no es una plaga forestal, impacta en otras actividades y es muy relevante en la región. En el grupo de Silvicultura dirigido por el Mag. Ernesto Andenmatten, desarrollan elementos y metodologías (modelos) para la estimación actual y futura del rendimiento forestal, tanto en bosques cultivados como en bosques nativos. A su vez, en este campo forestal se gestionan reservas forestales propias, con producción y turismo, hay una planta procesadora de semillas y un vivero forestal. Por último, en el grupo de Ecología, dirigido por el Dr. Tomás Schlichter, se abordan estudios de Ecofisiología, evaluando el uso del agua, la resistencia al estrés hídrico, lumínico y térmico, en sistemas y especies nativas y en forestaciones con exóticas y sistemas silvopastoriles. También se realizan estudios relacionados con la fijación de Carbono y sobre aspectos ambientales, eco-nómicos y sociales para evaluar la sustentabilidad en el manejo forestal de masas boscosas nativas e implantadas.

¿Cómo se mide la sustentabilidad de un bosque?
La sustentabilidad es una meta, un concepto que por definición involucra el largo plazo. Por lo tanto, podemos evaluar la sustentabilidad de algún tipo de manejo forestal midiendo y monitoreando las tendencias que el mismo genera en aspectos ambientales, económicos y sociales. Una de las herramientas desarrolladas, para definir que es lo que hay que medir o monitorear, es la aplicación de Principios, Criterios e Indicadores. Antes el concepto de sustentabilidad estaba muy ligado a la producción de madera, es decir asegurarse que la productividad de ese bosque se mantenga en el largo plazo. El concepto actual es más amplio, e incluye aspectos ambientales, sociales y económicos. Esto significa, que aparte de mantener la capacidad productiva y el beneficio económico que el bosque le genera al productor debe considerarse también el mantenimiento de la integridad de los ecosistemas y del bienestar de las comunidades asociadas. Si bien es difícil evaluar, caminar hacia la sustentabilidad significa lograr un equilibrio entre lo económico, lo social y lo ambiental, y a través de los indicadores esto puede ser evaluado.

¿El fundamento económico debe ser fuerte en toda determinación al respecto?
Siempre la economía es lo que mueve a producir. No tiene que verse esto como malo. El productor, la mayoría de las veces quiere hacer las cosas bien y probablemente es el principal interesado en que el recurso se mantenga y poder volver a intervenir en ese lugar en el mediano o largo plazo. Lo que ha pasado es que la información científica que debería acompañar esta intención muchas veces no está disponible, es decir no están los conocimientos ecológicos para decir cual es el mejor manejo para que el bosque se regenere, conserve la biodiversidad funcional clave, y a su vez los obreros trabajan en condiciones dignas y el productor obtenga su renta. Aquí es donde entra el rol de las instituciones de investigación, de ciencia y técnica que deben generar esa información que muchas veces no está o no es completa. En otros países esta información, en especial la ecológica de base, se puede obtener porque ellos tienen estudios de investigación de larga data y mucha inversión continua en la ciencia. El desafío también pasa por generar información de ecología en sistemas productivos. Otro aspecto a considerar es si el manejo forestal sustentable (MFS) es más caro, de ser así, indicaría que los productos finales madereros deberían valer más en el mercado para poder pagar el MFS.

¿Son otros tiempos además para investigar en cuanto a cantidad de años dedicados a los estudios?
En sistemas forestales los tiempos difieren mucho de por ejemplo los sistemas productivos con especies anuales. Pensemos que cuando hablamos de una plantación de rápido crecimiento en el NO de la Patagonia, estamos hablando de 35 a 40 años, o en bosque nativo, cuando intervenimos estamos pensando en 20 años para que la regeneración se establezca y se considere asegurada. Si consideramos que las variables ambientales varían de un año a otro e interaccionan con otros componentes bióticos y abióticos del sistema, la investigación en muchos aspectos ecológicos, en el desarrollo de programas de mejoramiento y de manejo de estos sistemas requieren continuidad en el tiempo y mayores plazos para obtener resultados aplicables.

¿Los productores se ocupan en consultar a los técnicos y especialistas al momento de decidir para invertir en forestación?
En términos generales debemos decir que sí. Pero una vez forestado, el productor viene y pregunta, y sus consultas varían a medida que se le presentan diferentes problemáticas para el manejo de su plantación (aparición de plagas, problemas de comercialización por ejemplo). En la región, debemos decir que no sólo está el INTA, la temática forestal es abordada por dos universidades (Universidad Nacional del Comahue y Universidad San Juan Bosco) y el CIEFAP con sede en Esquel y obviamente las direcciones provinciales de Bosques. En cuanto a las líneas de investigación que llevamos a cabo en el INTA, algunas atienden de lleno al problema del productor, como aquellas relacionadas con la predicción de crecimientos, las plagas forestales, aspectos relacionados con el manejo diario de la plantación. Pero hay otras líneas que son de más largo plazo, y que aportan más a las potenciales estrategias a nivel regional y provincial para los tomadores de decisiones, para el ordenamiento territorial, como diseños para conservar la biodiversidad en sistemas productivos, determinación de sitios de alto valor para la conservación, consumos de agua a escala de rodal y otros. A mediano plazo, por ejemplo, investigar en el consumo de agua de un bosque, ha permitido determinar como es el consumo de un bosque implantado en comparación con el nativo o la estepa. De estos resultados se pueden diseñar y proponer formas de forestación a futuro que permitan obtener madera de calidad y a su vez consuman menos agua. Estas son determinaciones que van a tener una aplicación a más largo plazo, donde en determinados sitios uno podría recomendar, en vez de plantar 1.100 plantas por hectárea (la densidad más tradicional), plantar a densidades menores, donde los individuos crecerán más rápido, requerirá menos manejo en raleo, que haya más pasto bajo el árbol, flora nativa y esto favorezca a la fauna y el consumo de agua será menor.

¿Es definitivo esto que se cuestiona que abajo del pino no crece nada?
No es para nada definitivo. La realidad es que esta idea se ha generado a partir de ver plantaciones muy densas, no manejadas donde no llega luz al suelo y si esto ocurre otras plantas no llegan a fotosintetizar y no pueden crecer. Las plantaciones más ralas, como las que estamos estudiando actualmente, desmitifican claramente esto. Estos sistemas de plantación con menor densidad inicial, tendrían beneficios ambientales y económicos, porque llega más luz al suelo, más agua por la menor intercepción de las copas lo que permite el desarrollo de vegetación bajo los pinos, y por lo tanto permitiría, que el ganado pueda pastar. A su vez, el costo de implantación es menor, así como el de los raleos.
Estas líneas de investigación sobre sistemas silvopastoriles con pinos llevan un plazo más largo y apuntan a diseñar una política forestal del sector más diversa y sustentable. Es decir, las plantaciones densas no son malas, tienen un objetivo concreto de producir madera exclusivamente, si uno quiere que abajo crezca vegetación, ya sea para pastar con animales o para preservar la vegetación con otros fines (conservación por ejemplo) entonces las plantaciones ralas son una opción válida e interesante.

Mauro Sarasola
Es Ingeniero Forestal, egresó de la Fac. de Cs. Agrarias y Forestales de la Univ. Nac. de la Plata en 1995. Desde 1998 trabaja en la Estación Experimental del INTA en Bariloche, en el grupo de Ecología Forestal. Desde 1996 se desempeña como coordinador del Area Forestal. Sus líneas de trabajo de investigación se enmarcan en el Desarrollo de Principios, Criterios e Indicadores de Manejo Forestal Sustentable. Actual-mente está realizando su doctorado en la Fac. de Agronomía de Bs As. en el tema “Aspectos limitantes y facilitadores de la invasión de coníferas exóticas en el NO de Patagonia Andina.”

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