Energía

Energía a gran escala: única solución posible

Publicada: 

El mundo moderno demanda cada día más energía. La única manera de abastecer esta necesidad  es la energía nuclear, no hay otra forma de producir energía a gran escala. El resto de alternativas de diversificación de la matriz energética  son  muy caras, escasas o en su defecto con limitaciones insalvables. Es vertiginosa la electrificación del planeta, no da abasto nada, hay que insistir con todas las formas de producción al máximo y sobre todo cuidarla.

La energía eléctrica para la historia de la humanidad es muy joven. El primer megavatio se comercializó en  1873 en Londres. En la actualidad hay cinco millones de megavatios instalados en el mundo. El primer millón tardó 80 años para instalarse, el último millón se hizo sólo en los últimos  13 años. Cuando hablamos de vertiginoso es que no hay nada que frene la demanda, el mundo necesita energía.

Para abastecer esta demanda el resto de las energías difícilmente puedan contrarrestar esta problemática considerando la limitación de los recursos naturales, la escasez de  los combustibles fósiles o la particularidad de las condiciones  hídricas  de los ríos para la generación. Las energías limpias difícilmente puedan considerarse para la generación en gran escala. Una granja eólica para generar un megavatio de potencia necesita amplísimas extensiones y vientos óptimos. Esta limitación trastoca otras alternativas como la biomasa,  la energía solar u otras. Todas caracterizadas por su imposibilidad de producción de electricidad a gran escala.

En el 2006 se implementó una política de Estado interesante poniendo en competencia a la energía nuclear en Argentina. A partir de la Ley 26566 del Congreso de la Nación, con la aprobación de todas las fuerzas políticas, se extendió la vida útil de las dos centrales existentes y se anunció el interés de construir dos planta más. Ello derivó en la culminación de Atucha II, una tarea monumental e increíble, luego de estar abandonada por más de una década.

Para la construcción de Atucha II los responsables operativos tuvieron que apelar al ingenio debido a que no había personal capacitado. Sucedió que quienes participaron de la industria nuclear años anteriores, habían pasado a otras especialidades  y otros buscaron en el exterior mejores horizontes. Quienes estuvieron al frente en nuestra Empresa, uno de ellos tenía  70 años y otro, más de 80. Esto implicó el desafío de recuperar a aquellas personas valiosas que quizás no tenían la vehemencia de la juventud pero sí la experiencia, el conocimiento y el coraje del vivir y no solo del existir.

En Atucha II, sólo habían quedado 90 personas para  seguir con la obra paralizada. Como unos guardianes pudieron custodiar los 85 mil componentes que cuidaron entre 10 y 15 años sin usar y velar por las 40 mil toneladas de materiales almacenados en el sitio.  En el momento de la reactivación se observó su acto de pasión y entrega, sólo repararon un elemento de los 85 mil que ya casi tenían el rótulo de “chatarra”.  Además conservaron información de proyecto: 120 mil documentos en papel realizados por ellos. Sin este acervo escrito hubiese resultado imposible la reconstrucción.

Lo que estaba desmantelado era el recurso humano y las empresas, se solía decir el Ing. José Luis Antúnez, presidente de Na-Sa (Nucleoeléctrica Argentina SA –administradora de la actividad nuclear en la argentina) cuando asumió el cargo una década atrás. Hoy por acción de políticas de estados acertadas,  la realidad es otra.

La Argentina cuenta con la Central Néstor Kirchner (Atucha II) completamente nueva, la Central Nuclear Embalse en pleno trabajo de extensión de vida útil, la Central Carem 25 en construcción y la firma el pasado 19 de julio de acuerdos para una nueva Central con la participación del gobierno chino y otras tratativas con Rusia. Situación impensada y en un rumbo adecuado para la  generación en gran escala de energía, que es lo que el mundo y nuestro país necesitan. Hoy la potencia nuclear instalada en Argentina es de más de 1750 MW y con la posibilidad no sólo de abastecer nuestras necesidades, sino también con la capacidad de exportar la experiencia al mundo.

Por Roberto Vidal,

Responsable de RRII y Comunicación del Grupo Electroingenieria S.A.

Comentarios de Esta Nota