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Insectos: por qué son fundamentales para el planeta y cómo evitar que desaparezcan
Mariposas, hormigas, abejas, cucarachas y un sinfín de otros insectos viven en la Tierra desde hace millones de años y son imprescindibles. Por qué el 40% de las especies podrían extinguirse en las próximas décadas.
Desde el Ártico hasta la zona ecuatorial y desde los valles hasta lo más alto de las montañas, los insectos están presentes en todo el mundo. El único sitio en el que no se encuentran es en el medio marino, indica Jose? Carlos Otero, doctor en Biologi?a, entomólogo, profesor y autor del libro La vida secreta de los insectos.
Estos pequeños animales habitan la Tierra desde hace más de 350 millones de años y han sobrevivido a cinco grandes extinciones. Desde cada rincón cumplen diferentes roles y demuestran que, a pesar de su reducido tamaño, son vitales para la existencia.
Los expertos revelan a National Geographic varios de los secretos que los hacen imprescindibles y alertan sobre la preocupante disminución de varias especies. Informarse es un paso crucial para comprender la importancia de los insectos y el valor de la biodiversidad.
Qué son los insectos
Los insectos son animales invertebrados caracterizados por tener patas o miembros articulados, lo cual los hace pertenecer al grupo de los artrópodos, explica Jorge Frana, ingeniero agrónomo, entomólogo y miembro de la Sociedad Entomológica Argentina.
Según precisa el especialista argentino, este es el grupo más numeroso y diverso que existe en el planeta. De acuerdo a la explicación del mexicano Rafael Guzmán Mendoza, licenciado en biología y doctor en ciencias biológicas, se estima que existen alrededor de 10 millones de especies de insectos, aunque hasta la actualidad solo se conoce la existencia de un millón, aproximadamente.
Por qué los insectos son importantes para el medio ambiente
Los insectos son fundamentales para la población humana y son la base del funcionamiento de todos los ecosistemas, asegura Otero. Es que estos animales permiten la polinización, la descomposición de la materia vegetal, sirven de alimento para muchas especies y contribuyen a la salud humana.
Entre sus capacidades, aseguran los expertos, los insectos pueden influir sobre las propiedades físico químicas del suelo. Esto lo consiguen, por ejemplo, cuando algunos granívoros (como ciertas hormigas) construyen galerías para guardar las semillas; o cuando los descomponedores (tales como los escarabajos estercoleros) transforman la materia orgánica del suelo (hojas, pedazos de tallos o de ramas, u otros insectos).
También inciden en la composición del paisaje estableciendo qué plantas sobreviven, cuántas, o bajo qué distribución. “Todo esto puede estar determinado por roles como la granivoría o la herbivoría”, indica Guzmán.
Además, existen los depredadores (como las mariquitas o los alguaciles) que se dedican a cazar a otros insectos. Estos actúan como factores naturales de mortalidad y control de plagas, explica Frana.
Otra tarea fundamental de los insectos es la polinización, fundamental para la alimentación. De hecho, datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) señalan que un tercio de la producción mundial de alimentos depende solamente de las abejas. “Los polinizadores ayudan a la reproducción vegetal y al incremento de la diversidad genética de las plantas”, comenta Guzmán.
Sumado a eso, la entomofagia (consumo de insectos por los seres humanos) se practica en países de todo el mundo y su uso como alimento y para la fabricación de piensos (alimento para ganado) “comporta un buen número de beneficios de carácter ambiental, sanitario y para los medios social y de vida”, sostiene el artículo La Contribución de los Insectos a la Seguridad Alimentaria, los Medios de Vida y el Medio Ambiente publicado en 2013 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
El escrito de la FAO también resalta otras funciones de los insectos: “Son parte de la medicina tradicional desde hace miles de años. Por ejemplo, las larvas de mosca se utilizan para limpiar tejido muerto en heridas, y los productos derivados de la abeja, como el propóleo, la jalea real y la miel, se utilizan por sus propiedades curativas”.
Además, las personas usan a estos pequeños animales como inspiración para diseñar diversos productos y procesos. Y “se está comprobando su capacidad para reducir el estiércol, como el generado por los cerdos; y para mitigar los malos olores”.
Cuáles son las amenazas de los insectos
“El uso generalizado de insecticidas, la fragmentación de los hábitats y el cambio climático suponen múltiples amenazas para ellos, sus poblaciones están sufriendo un fuerte descenso”, alerta un resumen de previsiones de ONU Medio Ambiente de 2019.
En ese sentido, el artículo Disminución mundial de la entomofauna: una revisión de sus impulsores publicado en 2019 en la revista Biological Conservation revela “tasas dramáticas de disminución que pueden conducir a la extinción del 40% de las especies de insectos del mundo en las próximas décadas”.
Según el escrito, los principales impulsores de esta disminución son: la pérdida de hábitat y conversión a la agricultura intensiva y la urbanización; la contaminación, principalmente por pesticidas y fertilizantes; factores biológicos, incluidos patógenos y especies introducidas; y el cambio climático.
Sumado a eso, “gran parte de la culpa de la pérdida de biodiversidad recae en actividades humanas como la caza y la pérdida de hábitat a través de la deforestación, la expansión e intensificación agrícola, la industrialización y la urbanización”.
“La deforestación está causando un daño tremendo en la pérdida de biodiversidad y naturalmente los monocultivos están actuando también de una forma importante en el declive de insectos, sobre todo de los polinizadores”, reflexiona Otero al respecto.
Frana agrega que factores como la luminosidad nocturna repercuten en los insectos. Por ejemplo, la intensidad de la luz en las ciudades afecta a la comunicación entre las luciérnagas.
Por su parte, Guzmán considera que todavía faltan datos observacionales y estudios de campo a mediano o largo plazo para conocer con precisión cuántos insectos se pierden, qué especies son las más amenazadas y a qué velocidad lo hacen.
Asimismo, reconoce que existen factores que pueden estar afectando a las poblaciones de insectos. Por ejemplo, la tasa de velocidad con la que se modifica el uso de suelo, del bosque o de otros paisajes naturales.
Además, completa el especialista mexicano, ciertas actividades agrícolas de monocultivo también modifican sus patrones conductuales. La aplicación de insecticidas o de herbicidas disminuye la heterogeneidad ambiental, quita algunas plantas y deja otras de interés comercial y disminuye la diversidad florística, lo cual elimina zonas de refugio y recursos que impiden a los insectos refugiarse, reproducirse o esperar la llegada de presas para capturar.
“Se van homogeneizando los ambientes y eso desplaza a especies importantes como los insectos. Cuando se aplican los insecticidas no solamente se disminuyen las poblaciones de insectos plaga sino también se va en detrimento de otros grupos de manera indirecta”.
Qué se puede hacer para no perjudicar a los insectos
Para el entomólogo español, “no se le puede pedir heroicidad a las personas de a pie”. Asimismo, hay algunas acciones que están a la mano y que pueden tener un impacto positivo: reciclar, conservar aquello que está a nuestro alrededor y no hacer un consumo excesivo de todos los recursos.
En el mismo sentido, Frana asegura que es importante elegir representantes que actúen en consecuencia y generar espacios de debate. Además, dice, es preciso difundir información y educar a los ciudadanos sobre la importancia de los insectos, especialmente entre los niños.
El experto español coincide y sostiene que el desconocimiento sobre la importancia de los insectos puede vincularse a la falta de información, lo cual provoca que no se aprecie el verdadero valor de la biodiversidad.
Guzmán invita a cada grupo a hacer su aporte: desde el sector académico es posible generar conocimiento para diseñar nuevas estrategias; en el caso de la de agronomía o de la agricultura, impulsar políticas encaminadas al manejo del hábitat a través del enriquecimiento de los cultivos, del trabajo a nivel de policultivo y entendiendo la dinámica del paisaje para modular espacios que puedan servir como zonas de refugio para insectos.
Por último, asegura que la sociedad debe preocuparse por la forma en que consume, cuestionarse de dónde vienen y cómo se producen las hortalizas, los granos o la carne que come en el día a día y buscar buenas alternativas. “Eso de alguna forma va a empezar a regular los procesos de producción”.
Foto portada: Las hormigas cortadoras de hojas llevan las hojas al nido. Costa Rica. Crédito: Charlie Hamilton James
Por Redacción National Geographic
Fuente: nationalgeographicla.com