Ambiente

La escalada y su convivencia con las especies de fauna de valor especial del Parque Nacional

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El alpinismo data de una antigüedad considerable en la región, incluso antes de la creación del Parque Nacional, los fundadores practicaban el montañismo para recorrer y explorar la inmensidad que abarca la Patagonia y sus montañas. Podemos mencionar a modo referencial, las exploraciones que se han realizado en el Parque Nacional con la Comisión de Limites, conformada por Francisco Moreno y acompañado con el Ing. Emilio Frey. También, aquellas ascensiones al cerro Tronador, con los ocho intentos de Federico Reichert en 1909, a lo que se suman otras incursiones memorables en el cerro Catedral por Otto Meiling o distintas exploraciones que se han desarrollado en las montañas en jurisdicción de esta unidad de conservación.

Esto ha potenciado una histórica y basta cultura de montaña, que impulsa este deporte puntualmente desde la década del 30, incrementando así los valores de conservación que se pregonan en nuestra institución y generando un sentido de pertenencia muy importante. Asimismo, cabe recalcar que la práctica de esta disciplina encuentra su origen en el goce, disfrute y contacto con el entorno, lo que potencia ampliamente los objetivos del uso público.

Actualmente la evolución de la actividad es considerablemente exponencial, comenzando por el material, el acceso a la información sobre los lugares, conocimiento sobre las distintas técnicas, seguridad, etc. En este sentido, la masificación del deporte ha dado como resultado la evolución de una nueva modalidad que se conoce como escalada deportiva, en la cual se instala material fijo en la roca para progresar en el ascenso. Dista de la escalada tradicional, que por sus características disminuye considerablemente los rastros de la actividad, donde en la progresión se instalan seguros móviles, que son retirados al abandonar la pared. Luego podemos mencionar la modalidad de “Boulder” donde se practica la escalada en alturas bajas sin instalar ningún tipo de seguro en la roca, solo colocando crash pad (colchones) en el suelo.

En el marco del ordenamiento de la actividad de escalada en jurisdicción del Parque Nacional Nahuel Huapi, (establecido en los objetivos del Plan de Gestión) se comenzó un proceso participativo en el año 2020 en el cual se inició el proceso para la regulación de la actividad.

El puntapié para este proceso participativo fue una nota elaborada por un guía del Parque en la que comunicó que ciertas vías de escalada del sector conocido como Ventana Sur, se encontraban en las inmediaciones de un corredor de aprendizaje de vuelo de una muy considerable cantidad de cóndores andinos (Vultur gryphus). Luego de recibir la mencionada nota, el primer paso fue reunirnos internamente, conformando una mesa interdisciplinaria para abordar el tema desde diversos aspectos. Participó el Departamento de Uso Público, Legal y Técnica, Guardaparques, la División de Biología de la Conservación, Gestión Ambiental y el Departamento de Incendios, Comunicación y Emergencias (I.C.E.).

El segundo paso fue ir al sitio junto con investigadores de CONICET que desarrollan trabajos sobre aves y, particularmente, sobre el cóndor andino. Convocamos a la Dra. Valeria Ojeda y al Dr. Sergio Lambertucci, quienes acudieron junto a otros miembros del Grupo de Investigaciones en Biología de la Conservación (GrInBiC-INIBIOMA). Se constató la situación descripta en la nota inicial y se observaron 11 cóndores sobrevolando el área y posados sobre repisas en la roca, en inmediaciones de vías de escalada. También se observó la presencia de aguilucho andino (Buteo polyosoma) y matamico blanco (Phalcoboenus albogularis), ambas especies de valor especial para el Parque Nacional Nahuel Huapi.

Luego, se organizó una reunión con actores claves vinculados a la actividad de escalada, donde se compartieron aspectos importantes sobre la convivencia de las especies de valor especial del área protegida y el desarrollo de la actividad de escalada. En esta reunión se acordó en base al principio precautorio, tomar medidas preventivas iniciales, retirando los primeros seguros y evitando de este modo, el uso de dos vías de escalada que parecían ser las más problemáticas para la actividad de los cóndores.

Por otro lado, se manifestó la necesidad de realizar un relevamiento exhaustivo de todas las vías, para evaluar otras áreas sensibles y tomar medidas basadas en criterios ambientales, consensuadas con la comunidad escaladora. Además se abordó la necesidad de trabajar para minimizar los impactos que genera la actividad: erosión de las sendas de acceso a los sectores, erosión del pie de vía, contaminación sonora, entre otros. También se evidenció la necesidad de llevar adelante un monitoreo de las aves de valor especial que habitan en el área (cóndor andino, aguilucho andino y matamico blanco), junto al equipo de investigadores de INIBIOMA, para evaluar las decisiones a tomar y aprender más, acerca de la convivencia de ellas con la actividad de escalada.

Los procesos participativos con la suma de diversas miradas, son el mejor camino para abordar este tema tan importante. El Parque Nacional Nahuel Huapi ofrece sitios increíbles para desarrollar la actividad de escalada en sus diversas modalidades y donde hay también especies de valor especial de fauna que habitan los mismos sitios. Lograr una convivencia armoniosa y sustentable entre ellos se convierte entonces en el principal desafío.


Autoras/res: Lic. Carla Pozzi, Lic. Gloria Ferna?ndez Ca?nepa, Te?c. Sup. Enrico Lucesoli, Lic. Soledad Antivero, Te?c. Juan Karlanian, Dr. Juan Inza, jefe de cuadrilla ICE Ariel Dattoli, Gpque. Daniel Willink, Gpque. Germa?n Ferna?ndez, Gpque. Micaela Gutie?rrez
Foto: Salida entre técnicos del área protegida e investigadores de INIBIOMA.
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