Gonzalo Torroba es Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con lugar de trabajo permanente en la CNEA, Gerencia Física-División Partículas y Campos, en el Centro Atómico Bariloche. Por su parte, Alberto Martín Ghiselli fue quien coordinó el proyecto ARAS (Antena Radar de Apertura Sintética) para la Misión SAOCOM y es uno de los principales responsables del equipo de trabajo que se conformó en el Centro Atómico Constituyentes de la CNEA. Ambos recibirán los máximos reconocimientos por la ANCEFN en sus categorías a finales de noviembre, en un acto que se realizará excepcionalmente de forma virtual.
El doctor Torroba recibió el Premio Estímulo en Física “Dr. Mario Bunge” 2020. Nació en Buenos Aires y desde el colegio secundario se interesó por las matemáticas y la astronomía: “Ahí me di cuenta de que, combinando experimentos, con imaginación y razonamiento, uno puede llegar a entender las leyes que rigen el funcionamiento de las cosas”, confiesa. Se graduó de la carrera de Física en el Instituto Balseiro y luego continuó su formación en el exterior.
En el año 2014 regresó con su familia a la Argentina y desde entonces se desempeña como investigador y docente en el Centro Atómico Bariloche. Trabajar allí “ha sido una experiencia muy enriquecedora; me parece el mejor lugar para investigar. Mis colegas forman una comunidad científica muy creativa, trabajadora y tolerante, que siempre busca progresar. También me ha resultado muy importante el enfoque que combina la investigación con la formación de estudiantes en el Balseiro, tan crucial para nuestro futuro”.
Torroba es físico teórico y ha realizado importantes aportes en una variedad de áreas de investigación, resaltando la perspectiva interdisciplinaria a problemas diversos como los superconductores de altas temperaturas, la teoría de campos a temperaturas finitas y la evolución cosmológica. Se dedica al estudio de la naturaleza a escalas microscópicas, “donde aparece la mecánica cuántica y todas nuestras intuiciones cotidianas dejan de funcionar. En especial, trabajo en sistemas cuánticos que tienen muchos grados de libertad, que hemos aprendido a entender utilizando la ‘teoría cuántica de campos’”, resume el investigador.
En el año 2017 había recibido el Premio Estímulo a Jóvenes Científicos de la Fundación Bunge y Born, por lo que el nuevo reconocimiento significa para él “un gran honor y un impulso para seguir adelante. En tiempos tan difíciles como los que estamos viviendo, creo que es muy importante difundir el papel de la ciencia y la tecnología en nuestra vida. Este premio de la Academia va en esa dirección. Por la forma en la que hacemos ciencia y tecnología hoy en día, estas iniciativas de la Academia, la Fundación Bunge y Born, y muchas otras instituciones, nos muestran el valor de trabajar en equipo, de ser críticos pero tolerantes, y de ponernos de acuerdo para progresar juntos”, enfatiza.
Al mismo tiempo, en el marco de los reconocimientos de la ANCEFN, se destaca el Premio a la Innovación Tecnológica, que este año fue para Alberto Martín Ghiselli y su equipo, por el proyecto Antena Radar de Apertura Sintética (ARAS), un trabajo desarrollado íntegramente en la CNEA, que contó con la colaboración de aproximadamente 70 personas. “Creo que lo más importante es que se reconoce un esfuerzo de 20 años, en el que se comenzó desde cero y se desarrolló todo el conocimiento, los recursos humanos, la tecnología y las capacidades de fabricación y ensayo con los que hoy cuenta la CNEA para encarar proyectos de estas características”, comenta Ghiselli.
Este proyecto comprende la estructura, los mecanismos de despliegue y los módulos radiantes de la antena del Instrumento SAR (Radar de Apertura Sintética), necesarios para realizar las mediciones en las observaciones de la Tierra que llevarán a cabo los dos satélites del Proyecto SAOCOM de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Su desarrollo implica desde el diseño e ingeniería de innovación, hasta la fabricación y ensayos de un desarrollo de alto valor tecnológico, incluyendo investigación aplicada en el campo de los materiales y que también tiene aplicaciones en distintas ramas de la ingeniería, incluyendo el sector nuclear.
El proyecto de la Antena SAR es un desarrollo que lleva varios años, donde Horacio Quiróz, del Departamento de Reactores del Centro Atómico Constituyentes, aportó el concepto del diseño original adoptado, que la CONAE aprobó inmediatamente. “Todo el desarrollo estuvo marcado por el hecho de que ninguno de los participantes tenía experiencia en otros proyectos espaciales por lo que las ideas no estaban influenciadas inicialmente por conocimientos previos”, remarca el investigador.
“Después, fue cuestión de ponerse a estudiar y ver como hacíamos para que esas ideas se adaptaran a las normas y procedimientos de cálculo que requiere la industria aeroespacial. En particular, el sistema de colchón de aire que se usó para simular la condición de falta de gravedad en los ensayos de despliegue de la antena, fue una apuesta a superar la experiencia que tenían en INVAP y en CONAE sobre sistemas de ese tipo (pórticos con contrapesos), que resultó adecuada dado que cada uno de los paneles de la antena tiene una masa mucho mayor que cualquier conjunto desplegable que se haya ensayado previamente en nuestro país.”, amplía Ghiselli.
La relevancia de este proyecto radica en que los conocimientos y experiencias adquiridas en el desarrollo de la Antena SAR ya se aplican en otros proyectos y actividades de CNEA. El exitoso lanzamiento de los satélites SAOCOM 1A y 1B y el despliegue de las Antenas SAR avalan la capacidad de CNEA para suministrar productos innovadores en sectores de alta tecnología, generados por profesionales altamente capacitados -gracias a estas iniciativas- en las distintas tecnologías involucradas. (CNEA)