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Transmisión del SARS-CoV-2: Era por el aire
Días atrás, la OMS finalmente admitió que los aerosoles -esas pequeñísimas gotitas que las personas exhalan al respirar o hablar- son una de las formas de contagio de COVID-19. NEXciencia dialogó con el científico español José Luis Jiménez, uno de los principales promotores de este enfoque desde el inicio mismo de esta pandemia. Durante la entrevista, Jiménez remarcó la importancia de este cambio de postura, aseguró que los aerosoles son la principal vía de transmisión de la enfermedad y describió las situaciones más riesgosas. También fijó su posición en relación con la presencialidad escolar.
POR GABRIEL ROCCA (Nexciencia)
“Esto es un hecho histórico porque representa la derrota de un dogma que lleva 110 años vigente y que era totalmente dominante en la OMS y en la epidemiología, en general”, celebra el científico español José Luis Jiménez, uno de los investigadores que más ha venido presionando, a fuerza de evidencias, para que la Organización Mundial de la Salud modifique su postura original y acepte que la vía aérea era una de las formas de contagio de COVID-19.
“El 28 de marzo del año pasado la OMS había dicho directamente que el virus no iba por el aire y que decir esto era desinformar. Esto llegó a todo el mundo y nunca se manifestaron con la misma firmeza para retractarse», recuerda Jiménez, doctor en ingeniería por el MIT y profesor de la Universidad de Colorado, Estados Unidos.
En julio de 2020, Jiménez fue parte de los 239 científicos que pidieron con una carta a la OMS que reconozca el papel preponderante que juegan los aerosoles en la pandemia. A mediados de abril, la revista The Lancet publicó un artículo, firmado por Jiménez y otros investigadores, que reúne una evidencia rotunda, a partir de la cita de 28 papers revisados por pares, sobre la transmisión aérea de COVID. “Ha sido el artículo con más impacto publicado en The Lancet durante la última década. Creo que ha sido difícil de ignorar y pudo haber tenido alguna influencia en el cambio de posición de la OMS”.
Lo concreto es que el viernes 30 de abril, la OMS finalmente publicó en su página web un documento donde afirma que “el virus (SARS-CoV-2) se puede propagar, desde la boca o la nariz de una persona infectada, a través de pequeñas partículas líquidas cuando tose, estornuda, habla, canta o respira. Estas partículas varían desde gotitas respiratorias más grandes hasta aerosoles más pequeños”.
Esta declaración de la OMS tiene una enorme trascendencia desde el punto de vista científico pero, sobre todo, es muy importante por sus consecuencias prácticas. “Es fundamental porque la OMS funciona como una suerte de dictadura intelectual. Si la OMS dice una cosa, a los políticos les cuesta mucho desmarcarse, porque si van más lejos, ¿cómo lo justifican? Y si no quieren hacer más, pues se esconden detrás de la OMS. Al admitirlo la OMS, lo están empezando a admitir diferentes gobiernos y se están empezando a tomar medidas que no se estaban tomando”.
– ¿Por qué la OMS demoró tanto tiempo en cambiar de posición?
– Es porque se trata de un prejuicio histórico. Todo viene de un error que cometió un epidemiólogo norteamericano, Charles Chapin, que en 1910 definió que el contagio en proximidad era producto de las gotas pesadas que te pegan en el ojo, en la boca o si no, caen al suelo. Y que aquellas enfermedades que se transmiten en proximidad son enfermedades que se transmiten por gotas y no van por el aire. El problema fue que este error se convirtió en un dogma. Entonces cuando hablamos con la OMS hace un año, pues eran todos chapinistas y totalmente convencidos de que como la COVID era una enfermedad que se transmitía en proximidad era una enfermedad de gotas. El problema es que no saben su propia historia. En 1985 todavía decían que el sarampión era una enfermedad de gotas y superficies porque se transmitía bien en proximidad y hasta 1962 pasó lo mismo con la tuberculosis. Todas las enfermedades que van por el aire se transmiten mejor en proximidad pero la historia es que sólo lo han aceptado cuando ya era imposible negarlo. Y es lo mismo que está pasando ahora. Solo lo admiten porque la evidencia es tan abrumadora que es imposible negarlo.
– La evidencia reunida al día de hoy, ¿permite sostener que la vía aérea es la forma de transmisión dominante del SARS-CoV-2?
– Yo desde luego creo que sí y creo que las pruebas son abrumadoras. Es posible que no sea el ciento por ciento, pero todos los casos de contagio que se han estudiado, todos, el ciento por ciento, podrían ser por el aire. Sin embargo, podría haber una parte que fuera por gotas o por superficie. Pero lo que es seguro es que la mayoría tiene que ser por el aire. La prueba más clara es que al aire libre hay 20 veces menos contagios que en interiores. Y que todos los casos de supercontagios son en interiores. Pero, además, son en interiores con baja ventilación. Si hay alta ventilación no se ven estos brotes. ¿Cómo se puede explicar esto? Porque a una gota que es como un proyectil, que sale de una persona como una bala y le pega a otra en el ojo, le da igual estar adentro o afuera y le da igual que haya ventilación o no. Sin embargo, si el contagio es por aerosoles, que se comportan como un humo que sale de la boca o la nariz de algunos infectados y va flotando por el aire, entonces, al aire libre sube y el viento se lleva ese humo. Lo mismo ocurre con la ventilación en interiores. Las gotas solo son importantes si alguien te tose o te estornuda en la cara. Y esto no es lo que propaga esta pandemia. La gente, cuando le preguntan «cómo te has contagiado», no responde que es porque alguien le haya tosido en la cara; es porque estuvieron hablando con alguien, estuvieron en bar, en un gimnasio, en un coro. Entonces, las gotas no son importantes, y las superficies, tampoco.
– Quiero insistir con este tema porque contradice lo que hemos venido escuchando de manera reiterada desde hace una año: cuando dos personas conversan a corta distancia, si una de ellas está enferma, ¿es más probable que contagie a la otra a través de aerosoles que de gotas?
– Sí, es así. Uno sólo se contagia por gotas si está hablando a 20 cm de alguien. O si estás a 50 cm y te tosen en la cara. Si estás a más distancia te estás contagiando al respirar el aire que sale de la otra persona. Es igual que si hueles el aliento a ajo que tiene otra persona. Si lo hueles es porque estás respirando el aire que acaba de salir de la boca de esa persona. Si te vas alejando ya no hueles el ajo porque ya no estás respirando ese aire. Entonces, el contagio por cercanía es por aerosoles. No darse cuenta de esto fue un error clave. Han estado estudiando enfermedades con un paradigma confundido, entonces, estaba en sus narices que muchas enfermedades se transmiten por el aire pero no lo veían.
– ¿Cuántos metros puede viajar un aerosol transportando virus en su interior?
– Puede desplazarse muchos metros. Por ejemplo, a un aerosol de 5 micras le cuesta caer una media hora. Entonces, en media hora, al aire libre, se puede desplazar unos 3 kilómetros. Eso no quiere decir que te vayas a contagiar a los 3 kilómetros porque está tan diluido que ya no se puede. En realidad, lo mejor es preguntar: ¿Cuándo te contagias? Cuando respiras mucho el aire de otra persona al hablar bastante tiempo cerca de alguien sin mascarilla, en interior o exterior, o al compartir el aire en una habitación mal ventilada. No es porque haya un aerosol de 5 micras que viaje 500 metros que te contagias sino porque hay muchos aerosoles que se están acumulando en un sitio y tú los estás venga respirar, venga respirar, venga respirar dándole oportunidades al virus. No es un virus muy contagioso, no es tan difícil luchar con él. Si fuera como el sarampión entonces sí que estábamos jodidos. Pero lo estamos haciendo fatal, le estamos dando un montón de oportunidades porque no estamos explicando bien cómo se contagia, ni estamos haciendo las medidas correctas. Y me gustaría decir una cosa porque esto le confunde mucho a la gente. Muchas veces he oído: “No puede ir por el aire porque mi tía o mi amigo tal estuvieron viviendo en la misma casa con su pareja y uno se contagió y el otro no”. Ahí hay un error. La gente piensa que de todos los infectados sale mucho virus y esto no es así. Se ha medido muchas veces y de las tres cuartas partes de los infectados no salen virus. Le analizas el aliento y no ves ningún virus. Sin embargo, de la cuarta parte restante sale un millón de virus, de media. Pero de algunos salen 100 mil y de otros salen 10 millones. Entonces, ¿quién contagia? Contagian algunos, contagian los que tienen la mala suerte de que les está saliendo el virus. Entonces, esto hace que tú puedas compartir el aire con infectados y lo más frecuente es que no te contagies pero como tengas mala suerte y te topes con alguien que le salen virus te puedes contagiar. Y la otra cosa que nos dicen muchas veces es que no puede ir por el aire porque si no sería igual de contagiosa que el sarampión. Esto es una falacia porque la tuberculosis solo va por el aire y es mucho menos contagiosa que la COVID. Entonces, las dos van por el aire y pueden ser extremadamente contagiosas o poco contagiosas.
– ¿Cuánto tiempo puede mantenerse vivo el virus en el aire y con capacidad de infectar?
– Sobrevive una hora, a lo mejor dos horas. Este virus no resiste muy bien al aire. ¿Cuándo es más contagioso? Cuando apenas está saliendo de alguien e inmediatamente lo respiras como el olor a ajo. O cuando estás en la misma habitación a la vez. Todos los brotes de superpropagación en los que se ha contagiado mucha gente, el restaurante, el coro que hemos estudiado nosotros, todos son lo mismo: la gente está respirando el mismo aire a la vez durante una hora, durante dos horas. Y se la estás poniendo muy fácil, venga respirar, venga respirar. Entonces, si hay alguien contagiado en una habitación y él se va y tú entras, te puedes coger la enfermedad. Pero si había alguien contagiado a las cinco de la tarde y tú llegas a las nueve de la mañana a la oficina, ese virus ya no está. No es tan contagioso, solo no hay que ponérselo fácil. Lo más importante es entenderlo. Entender que de algunos, no de todos los infectados, sale como un humo invisible que se comporta como el humo de cigarrillo y lo que tú tienes que hacer es respirarlo lo menos posible. Si respiras un poquito es difícil que te infectes pero si respiras mucho sí te puedes infectar.
El riesgo de la presencialidad escolar
“No sé cómo está el debate allí en Argentina. En España -comenta Jiménez-, todos los políticos se pusieron de acuerdo para mentir y decir que en las escuelas no había contagios, que era como un sitio mágico y que los niños no contagiaban. Lo cual es totalmente mentira. Acaba de salir otro artículo más en Science que nos dice que los que viven con niños que van a las escuelas se contagian más y que los maestros se contagian más si hay clases presenciales. Es cierto que los niños pueden contagiar un poco menos pero los estás poniendo en una situación muy propicia para el contagio. Porque son sitios cerrados con mucha gente compartiendo el aire mucho tiempo y con barbijos de cualquier calidad puestos de cualquier manera. Y luego se los quitan para comer, en fin… Es un sitio que tienes que darte cuenta de que es peligroso.
En principio, hay que tener en cuenta las cosas que no sirven, por ejemplo, este artículo de Science nos muestra que las barreras de plexiglás aumentan los contagios. Y tiene sentido porque dificultan la ventilación. Por otro lado, desinfectar no sirve para nada. Lavarse las manos está bien pero andar desinfectando todo no tiene sentido. Todo este dinero que te ahorras en desinfectantes y en gente que anda desinfectando lo puedes dedicar a cosas más útiles como los medidores de dióxido de carbono (CO2).
En España, con el costo de estos desinfectantes se podría comprar medidores de CO2 para todas las clases, filtros EPA para todas las clases. Además, hay que asegurar barbijos para todos los chicos, que les ajusten bien, que sean de buena calidad y dedicar tiempo, como si fuera una actividad de la clase, a ver que están bien ajustados y que si hablas no se desajustan. Y luego, ventilar lo suficiente, incluso en invierno, incluso si hace frío. Todo el mundo tiene que aceptar que tienes que estar con el abrigo en clase.
En Dinamarca durante la pandemia, en invierno, han hecho las clases al aire libre, y mirá que ahí hace frío. Y, desde luego, lo de los medidores de CO2 habría que hacerlo de forma masiva, por lo menos uno por escuela. Estos aparatos son portátiles y miden cada minuto. Entonces tú puedes ir midiendo de clase en clase y ver los resultados. Esta aula está mal ventilada, entonces abran un poco más por favor; esta está bien; esta otra no hay forma de ventilarla, hay que poner un filtro. Estas cosas son realmente útiles.