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Una mirada a la importancia de la Norma ISO 50001
Reproducimos el informe de la Ing. Nair Bamba Telechea publicado en la serie HOJITAS DE CONOCIMIENTO que edita el Instituto de Energía y Desarrollo Sustentable (IEDS) de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), a quienes agradecemos la gentileza por compartirlo.
La Organización Internacional de Estandarización (ISO, por sus siglas en inglés) es una federación mundial de organismos nacionales de normalización, donde cada organismo miembro, a través de un comité técnico, participa en la elaboración de normas. En nuestro país esta función la cumple el Instituto Argentino de Normalización y Certificación, más conocido con la sigla IRAM.
Las Normas ISO son un conjunto de estándares (acuerdos documentados), que establecen criterios que favorecen la gestión, el diseño y la producción de productos y servicios, para que estos sean seguros, fiables y de calidad. Se reevalúan periódicamente y su revisión puede generar una actualización de la norma.
Muchas de las normas ISO plantean sistemas de gestión que las organizaciones adoptan como decisión estratégica con el fin de mejorar su desempeño global. Esta implementación se basa en un ciclo continuo de cumplimiento de metas y objetivos, instaurando a la vez una cultura organizacional reflexiva, con evaluaciones y correcciones periódicas para una mejora de las operaciones y procesos. Dentro de estas normas se encuentra la ISO 50001.
Ventajas de la ISO 50001
Esta norma establece requisitos precisos, algunos obligatorios y otros sugeridos, para la implementación de un Sistema de Gestión de la Energía (SGEn) en una organización, con el objetivo de mejorar su desempeño energético, identificando oportunidades de optimización y racionalización del uso de este tipo de recurso, siempre bajo las premisas de mejora continua, seguridad y eficiencia. Sus beneficios van desde tener una política energética con objetivos y metas claras, hasta permitir que las organizaciones sean más competitivas y viables.
La creación de esta norma surge del pedido de ONUDI (Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial) que identificó la necesidad de que las industrias den una respuesta efectiva a la mitigación del cambio climático. Como respuesta a ello, ISO en 2008 creó el Comité Técnico de Gestión y Ahorro de la Energía para elaborar la Norma que fue publicada tres años después.
La adaptabilidad de los requisitos para llevar a cabo un SGEn y la consideración del contexto, hace que toda organización pueda implementarlo, sin importar su actividad, tamaño, o si es pública o privada. La implementación de un SGEn conduce al control y seguimiento de los consumos energéticos en una organización, disminuyendo costos y reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero. Esta norma basa su metodología en el denominado Ciclo de Deming, más conocido como ciclo de mejora continua (Ver figura en página anterior).
La última actualización de la Norma (2018) incorporó dos conceptos: liderazgo y contexto. El primero, asociado al compromiso que deben asumir quienes dirigen la organización y requiriendo que sean estos quienes asignen los roles dentro del SGEn; el segundo concepto está relacionado con el análisis del contexto considerando cuestiones internas y externas.
Para comprobar la mejora continua del desempeño energético, la Norma considera tres términos primordiales: uso, consumo y eficiencia de la energía. El uso se refiere a la aplicación en sí (todo equipo, proceso o sistema que requiere de energía para su funcionamiento). La energía suministrada es el consumo. La eficiencia energética de un uso específico es la relación entre la energía efectivamente utilizada o aprovechada y la energía consumida. El desempeño energético relaciona estos tres conceptos, dando resultados medibles mediante dos elementos interrelacionados, que son los indicadores y las referencias cuantitativas.
Requisitos de implementación
La Norma ISO 50001 es adaptable a todo tipo de sistema y al grado de información y recursos que se posean, pero su implementación establece requisitos específicos y estructurados conforme al ciclo de mejora continua.
Entre ellas encontramos: determinar el alcance del SGEn (toda la organización, un sector o solo un proceso); definir una política energética que manifieste los compromisos asumidos y que sea pública para toda la organización; planificar especificando objetivos, planes de acción, elementos de medición (indicadores y referencias) y cómo abordar riesgos y oportunidades; comunicar a quienes trabajan en la organización, para hacer tomar conciencia de los beneficios de implementar un SGEn y de cómo sus tareas impactan en el desempeño energético; mejorar continuamente evaluando los resultados de auditorías, mediciones y revisiones, y actualizando los parámetros necesarios que conduzcan a una eficacia continua.
Aunque estos son solo algunos de los requisitos, dan cuenta de que la Norma considera e integra cada eslabón que compone a la organización donde se la aplica.
Certificación
Para demostrar que un sistema de SGEn cumple los requisitos de la ISO 50001 se requiere, como para todo este tipo de normas, de un proceso de verificación denominado certificación. El mismo también pone de manifiesto el compromiso público de la organización con la administración energética y la mejora continua.
Los procesos de certificación son realizados por entidades certificadoras. Previo a la certificación, se realiza la implementación, etapa durante la cual auditores de la norma hacen operativo al SGEn. Pese a que 2020 fue ralentizado por la pandemia, las estadísticas indican que los certificados en el mundo vivieron un aumento, siempre con Alemania a la cabeza de la lista. En Argentina, todavía son pocas las empresas certificadas bajo esta norma, pero de muy diversa índole. Entre ellas encontramos: plantas de procesos, edificios de oficinas, sectores de comercialización, diseño y fabricación de equipos eléctricos.
NOTA DE EDICIÓN: Ver también la hojita “Una mirada a las normas técnicas, qué son y para qué sirven” del mismo autor.