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24° Jueves de Hidrógeno
“Hidrógeno Verde en Santa Fe” y “Grandes Proyectos de H2 en Argentina: una ruta larga, compleja y posible” fueron los dos ejes que se analizaron en esta nueva edición del foro semanal organizado por el Gobierno de Río Negro en el marco de su Plan Estratégico de Hidrógeno Verde. Fue una jornada repleta de datos, casos prácticos y ejemplificadores que permitió vislumbrar el potencial de esta prometedora industria en términos locales y nacionales y los puntos que es necesario resolver para que esta “promesa verde” se convierta en una pronta realidad.
Por Lic. Daniela Bentivoglio
REVISTA NATURALEZA Y TECNOLOGÍA
La moderación estuvo en manos de Romina Procoppo, Gerenta General de Aguas Rionegrinas S.A., quien introdujo a los disertantes previa mención a algunas de las acciones que viene llevando a cabo el Gobierno de la provincia patagónica en materia de Hidrógeno. Entre ellas enumeró: el Plan Estratégico, la creación de la Mesa Rionegrina de Hidrógeno Verde, la realización del estudio de prefactibilidad elaborado por el Instituto alemán Franhaufer, el desarrollo del marco jurídico provincial, y la firma del acuerdo marco para el desarrollo de proyectos verdes con la empresa australiana Forstescue Future Industries y con el ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación.
El primero en tomar la palabra fue Juan D’angelosante, presidente de Santa Fe Gas y Energías Renovables (ENERFE). A su término, fue el turno de Martín Guaglielmone, especialista en energía/transición, Director de FRACTAL ARG y asesor de energía de la provincia de Santa Fe.
SANTA FE: Proyecto Celda de Combustible SOFC
La empresa ENERFE “nació hace cuatros años atrás con la misión de encargarse de la infraestructura de gas de la provincia de Santa Fe y de todo lo que tenga que ver con energías renovables y biocombustibles”, resumió su titular.
“El tema del Hidrógeno – subrayó- es un eje clave para nosotros, aunque lo vemos desde una óptica distinta a la que se plantea en Río Negro con sus vientos, sus puertos y las particularidades de su territorio. En la zona central de la Argentina nos abocamos al Hidrógeno Verde que surge de biomasa o biocombustibles. Tenemos un convenio firmado y la compra de una celda de combustible de óxido sólido, con la empresa austríaca AVL List, que se encarga del diseño de la ingeniería de la celda cuyo ‘corazón’ fue armado por el Instituto Franhaufer. Esto último pone en evidencia una sintonía en lo que se está desarrollando a nivel nacional y en las diferentes provincias, cada una con sus particularidades, pero con el objetivo de empezar a caminar la idea de la transición energética y del Hidrógeno como el vector más importante para llevarla a cabo”, precisó D’angelosante.
“En 2019, durante el Gobierno de Miguel Lifschitz -agregó- se concretó la compra de esa celda de óxido sólido de 5 MW para estudiar las posibilidades de que Santa Fe armara algún proceso para concretar un desarrollo comercial. Esa fue la idea inicial. El convenio con la firma austríaca tenía como objetivo el desarrollo de un generador de electricidad alimentado con bioetanol y en base a un módulo de pila SOFC fabricado por el Instituto Franhaufer”.
En el marco del acuerdo suscripto con AVL, desde ENERFE comenzaron a trabajar en el seguimiento del desarrollo del prototipo con distintas áreas del sistema científico nacional, como el CONICET, el Instituto Balseiro, el INCAPE, el INTI, el ITEDEF, el UNIDEF, la Universidad Nacional del Litoral, entre otros. “Hoy estamos incipientemente trabajando con INVAP para el desarrollo posterior de esta celda de combustible”, adelantó el presidente de ENERFE.
Pero retrocedamos un poco, ¿qué es una celda de combustible? “Es un convertidor de energía que transforma la energía del Hidrógeno en energía eléctrica, que genera una energía continua capaz de alimentar distintos dispositivos en simultáneo. Las celdas de óxido sólido básicamente cuentan con dos grandes partes, el reformador y la celda de combustible propiamente dicha, donde se genera energía eléctrica y calor. Su tasa de rendimiento y su eficiencia de casi un 90% de co-generación la vuelven una tecnología muy beneficiosa, comparada por ejemplo con un motor a combustión, que alcanza un 25% de eficiencia. En la celda de combustible no se produce pérdida de energía por calor y lo que queda de ese proceso es simplemente agua. Es totalmente verde, y en este caso utiliza biomasa y biocombustible como su fuente principal”.
Según explicó D’angelosante, este tipo de pila puede funcionar con compuestos que incluyen Hidrógeno mezclado con otros gases (dióxido de carbono, monóxido de carbono, metano) llamados “reformados” que provienen del pre-procesamiento de combustibles (gas natural, gas licuado de petróleo, glicerina u otros biocombustibles). Además, “los inconvenientes de peligrosidad en transporte y almacenamiento son menos que los que presenta el Hidrógeno en estado puro, y además permite el aprovechamiento de infraestructura existente (gasoductos, tanques, transportes)”, detalló.
“La celda que compró el Gobierno santafesino fue pensada para que el suministro de combustible fuera bioetanol, en sintonía con los desarrollos locales. En la provincia tenemos un polo de desarrollo enorme de biocombustibles que había que aprovechar. Le pedimos a la empresa que reformara el dispositivo para poder hacer pruebas con otros combustibles y ampliar el abanico. En este caso específico ya tenemos armado un reformador de glicerol”, puntualizó el expositor.
En cuanto a los próximos pasos del proyecto, mencionó que se encuentra en construcción las instalaciones de un laboratorio para operar la celda y para capacitar/difundir actividades de índole ambiental: “Se espera que en el primer trimestre de 2022 podamos contar con el prototipo generador situado en el Predio CONICET CCT SANTA FE, que podamos contar con la ingeniería inversa de ese dispositivo y probar nuevos formatos que sean acordes a nuestra realidad en la provincia de Santa Fe y en nuestro país”.
“Nuestro objetivo es poder utilizar el prototipo de manera segura y cuidando su vida útil como una plataforma de ensayos de distintos combustibles en diferentes condiciones y aplicaciones, como por ejemplo generación distribuida con aprovechamiento del calor en el marco de la realidad productiva del territorio. Una vez concluida la fase de estudio la idea es lograr desarrollos científicos, mejoras y posibles aplicaciones a partir del estudio realizado”, concluyó el presidente de ENERFE.
Grandes proyectos de H2: una ruta larga, compleja y posible
Martín Guaglielmone completó la propuesta con una detallada ponencia que repasó las fortalezas y las dificultades a las que se enfrenta la Argentina en la carrera por el Hidrógeno Verde.
Iniciando su charla, planteó el interrogante que subyace en la “promesa del Hidrógeno Verde”: “¿Tendrá mercados?”. Al respecto afirmó que “hoy no existe un mercado de H2 Verde en el mundo” y que “el primer mercado potencial es el reemplazo del Hidrógeno Gris, aunque se deben lograr costos competitivos”. Sin embargo, aseguró que “si despega, el potencial es enorme y rápido, previsto para 2030-2050”.
“Si el amoníaco verde pudiera dirigirse para descarbonizar ciertos sectores como los buques, algo de industria y fertilizantes, esos sectores tendrían (según el estimador Bloomberg) una demanda mundial de 600 millones de toneladas en 2050, lo que equivale a unos 2.700 proyectos como el que se desarrollará en Río Negro”, precisó el experto.
“Para que esta promesa se cumpla -advirtió- debemos superar varias dificultades técnicas y económicas. La electrolización, por ejemplo, es una tecnología que aún no está consagrada con la escala de producción necesaria. Otra objeción que se hace a estos proyectos es que son electro-intensivos, necesitan una gran cantidad de energía eléctrica con una eficiencia del 30% en su ciclo completo (lo mismo también en relación al agua). Por otra parte, el Hidrógeno en estado puro es de difícil almacenamiento y transporte (se necesita mucho volumen, mucha energía para enfriarlo, y muchos materiales se dañan)”. Frente a estas dificultades es que se baraja la opción del amoníaco verde, “aunque también tiene ciertas objeciones respecto del volumen y su toxicidad en el transporte y uso”.
Continuando su análisis, el especialista remarcó que además suele criticarse la necesidad de “inmensas áreas para instalar molinos eólicos / paneles solares”. En ese sentido, ilustró que el proyecto solar-eólico australiano AREH (el más avanzado en el mundo) ocupa una superficie equivalente a 32 veces la Ciudad de Buenos Aires: “Por lo tanto, estos proyectos tendrán también que hacerle frente a las críticas ambientalistas que cuestionan el impacto de los molinos y paneles en la población de aves, la tierra, ciertas especies animales y el reciclado de los equipos, que hoy es complejo”.
“Asimismo, mientras se hace viable la producción de Hidrógeno Verde, deben desplegarse las tecnologías para que ese Hidrógeno, puro o en sus derivados, sea aplicado. Entonces, en paralelo a los desafíos que estamos identificando para la producción, el almacenamiento y el transporte, tiene que darse un despliegue en las tecnologías para poder utilizarlo en los mercados destino”, comentó el orador.
En vistas de todos estos desafíos que deberá afrontar el Hidrógeno Verde, Guaglielmone advirtió que muchos críticos lo definen más bien como “Humo Verde”. Sin embargo, “lo cierto es que hay muchos proyectos que se están llevando a cabo en distintas partes del mundo con un gran esfuerzo de Estados, empresas de energía, proveedores, etc.”: “A mi modo de ver, si se van superando los desafíos que creo que la Humanidad puede superar porque tiene las condiciones tecnologías para hacerlo, es muy probable que vayamos encontrando las soluciones y que esta Economía del Hidrógeno empiece a surgir. Me atrevo a hacer un pronóstico lo suficientemente importante como para que estos mercados se empiecen a desarrollar superando todas estas restricciones técnico-económicas y ambientales que estamos analizando”.
“La Argentina tiene factores muy competitivos para desarrollar esta industria”, evaluó el experto en clara referencia a sus vientos y radiación solar, que se encuentran en un nivel máximo en términos mundiales. También destacó las grandes extensiones de tierra inhabitadas, el acceso al agua dulce, el gas natural (importante frente a una eventual oportunidad para el Hidrógeno Azul), a lo que se suma un parque científico e ingeniería de primer nivel y una industria energética y de insumos consolidada.
En virtud de esos factores competitivos con los que cuenta el país, Guaglielmone se detuvo en algunos aspectos en clave económica. Mencionó que la Argentina “es competitiva exportando lo mismo que consume internamente”, y que el consumo interno de Hidrógeno es mínimo con relación al mercado mundial potencial, por lo que no se daría una puja con la exportación. Además, remarcó que “no necesita apoyarse en una demanda interna en dólares para despegar”.
En lo que respecta a las dificultades y desafíos a superar para materializar estos proyectos, el expositor identificó en primer lugar la falta de una estrategia nacional clara y el hecho de que se trata de proyectos de altísimo riesgo en cuanto a tamaño, plazos y el estatus de mercados y tecnologías (la definición de marcos regulatorios podría mitigar esos riesgos). También señaló la altísima exigencia en costos para entrar, la actual incertidumbre tanto del lado de la oferta como de la demanda, la lejanía de los mercados que se supone que van a arrancar primero (Europa-Asia Pacífico), los altos costos de capital, el desafío ambiental, las restricciones de la Ley de Tierras para inversores extranjeros, y la inestabilidad económica argentina que impacta en proyectos de muy largo plazo y que “debemos resolver honestamente si queremos hacer posible estos proyectos”.
A modo de conclusión, Guaglielmone hizo hincapié en que “el Hidrógeno Verde es una gran promesa para la Argentina por sus factores naturales y humanos, con muchos puntos por resolver”. Enfatizó asimismo que hay un contexto mundial favorable hacia la descarbonización con una inercia que pareciera irrefrenable, donde el Hidrógeno Verde es un gran candidato aunque en competencia con otras tecnologías.
“Estos grandes proyectos demandan unos 10 años como mínimo para operar, 3 de mediciones de vientos y 7 de enormes inversiones. Es necesaria una pronta y sólida estrategia nacional y una ley que surja como producto de esa hoja de ruta; debemos crear condiciones para que haya una demanda y valor agregado local, así como también llevar a cabo una política de difusión y conocimiento. También es importante el rol del Estado como impulsor, coordinador y supervisor para lograr un desarrollo armónico”, finalizó Guaglielmone.