Ambiente
Basura que no es basura
El Ingeniero Alberto Anesini es director del Programa de Industria de Servicios y Ambiente del INTI y conduce un equipo de especialistas en nuevas energías de los más destacados en el país. En diálogo con N&T explica de qué forma los residuos pueden dejar de ser desperdicios… para transformarse en energía.
El uso de fuentes renovables es beneficioso para mejorar la calidad de vida, en vistas de que los recursos fósiles se van a terminar, y en función de los desastres que trae aparejado el calentamiento global. Yo creo que el camino hacia las energías alternativas va a ocurrir indefectiblemente, porque son una evolución tecnológica. El Hombre no abandonó la Edad de Piedra cuando se acabaron las piedras, sino que fue un progreso técnico necesario”, señala el Ing. Anesini.
Dentro de este panorama una buena alternativa es producir energía aprovechando los residuos que genera la población. Esto permite resolver una parte de los problemas que conlleva la basura y al mismo tiempo obtener energía con una fuente renovable. “Tal vez suene extraño llamar renovable a un residuo, pero cada uno de nosotros genera como mínimo un kilo de basura por día y se lo puede reutilizar en algo verdaderamente fructífero para todos. Los desechos son parte de nuestra vida diaria, y si podemos emplearlos como insumo para generar energía es una alternativa más que importante”, define.
Según los datos de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE), sólo en Capital Federal se producen alrededor de 5.000 toneladas diarias de basura, lo que equivale a un total de cinco millones de kilogramos por día. Frente a esta situación, profundizar las técnicas de desarrollo de este tipo de energía puede arrojar grandes resultados.
RECICLAJE ENERGÉTICO: Del tacho de basura a la red eléctrica, fertilizantes o sistemas de calefacción
Una característica interesante de los desechos como fuentes renovables es que existen diversos procedimientos para obtener energía a partir de ellos. Una de esas formas consiste en la producción de biogás: “En la basura que todos generamos hay una fracción orgánica y otra inorgánica. En esta última encontramos los vidrios, plásticos, gomas, latas y otros materiales que no son biodegradables y que van a mantener sus características por muchísimos años. Por el contrario, los desperdicios orgánicos sí se descomponen naturalmente y entre ellos encontramos restos de comida, frutas, cáscaras, etcétera. Esta fracción orgánica se puede biodigestar, es decir, las bacterias y otros microorganismos procesan esa basura y como resultado producen gas metano. Este gas se obtiene en un biodigestor, y luego es quemado”, explica el Ing. Anesini. El biogás puede aprovecharse para generar calor, tanto para calefacción como para la cocina. Pero también puede emplearse para alimentar un motor que luego generará electricidad.
Sin embargo, no es la única alternativa que puede surgir de la basura: “Otra de las posibilidades es el compostaje: esa misma fracción orgánica de los desechos se mezcla con tierra y luego las lombrices van procesando esos residuos, transformándolos en fertilizantes con un alto contenido de nitrógeno y otros elementos que sirven para fertilizar plantas o sembrados, por lo cual se está reutilizando esa basura. Finalmente, otra opción es el quemado de desechos para producir vapor, a través de una caldera o de otro sistema similar. Ese vapor mueve una turbina que produce electricidad. Previo a estas aplicaciones se deben separar los desechos según su tipo y derivar a las técnicas de reciclado aquellos elementos que se puedan recuperar, como vidrio, aluminio, cartón, papel, etcétera”.
Estas técnicas se llevan a cabo en instalaciones que por lo general ocupan una o dos manzanas de superficie, y ofrecen la posibilidad de aprovechar al máximo la utilidad de los distintos elementos que pierden su valor en la vida cotidiana. Pero ¿estos procesos generan desechos?: “El residuo que queda es un residuo mínimo, como si fueran cenizas, que se pueden disponer para bases de caminos, construcción y otras aplicaciones. Y en el caso de que pudiera haber un riesgo de contaminación, se las retiene en bloques de cemento u otro material contenedor y se preservan en lugares seguros”, advierte el experto. Es decir, de principio a fin, en esta industria nada se desperdicia.
En la localidad mendocina de General Alvear se inauguró, a mediados de 2011, una planta de tratamiento de residuos sólidos, cuya financiación provino de un crédito otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Tiene como objetivo erradicar los basurales a cielo abierto, cuyos gases contaminantes se despiden a la atmósfera, perjudicando a la naturaleza y ocasionando graves problemas en las poblaciones aledañas.
El inconveniente que suponen estas actividades de tratamiento de residuos es que requieren una inversión inicial bastante alta. En efecto, su costo probablemente pueda recuperarse a partir de los veinte años de funcionamiento. Pero los beneficios para el medio ambiente son tan grandes que justifican esa inversión.
¿Cómo son los gastos que implican estas instalaciones respecto de los que suponen los basurales?
-El costo de una planta de este tipo -de incineración o de tratamiento de basura- es comparable al costo de un relleno sanitario, por ejemplo, pero siempre que el relleno sanitario se haga como corresponde. Si no se cumplen las normas de seguridad, y no se respetan los requerimientos que ellas suponen, los gastos disminuyen abruptamente, porque no se invierte el dinero necesario para cuidar el medio ambiente y la salud de las personas. Lamentablemente, esto es lo que sucede muy a menudo.
En cambio, en una planta del tipo que yo estoy describiendo es inevitable hacer las cosas bien porque es como una planta industrial: hay que cumplir normas y hay que hacer todo lo que corresponde. Supuestamente un basural a cielo abierto no tiene costo y en realidad tiene un enorme costo escondido para todos nosotros, por la contaminación y por todos los problemas que eso trae aparejado. Algún día habrá que agregar esos costos a la cuenta final, y se comprobará qué es más caro.
La ventaja principal de estos procedimientos es que mejora notablemente el ecosistema, eleva la calidad de vida de la sociedad y de quienes trabajan en las plantas. Además, en esta industria cada elemento es revalorizado, retroalimentando el ciclo de vida de los materiales, y preservando el ciclo de vida de todos nosotros. Ahora queda claro por qué la basura no siempre es basura…