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Especies invasoras
Son muy conocidos, pero resultan exóticos. Arribaron al país hace siglos, y ya forman parte de la vida cotidiana. Entre los más pequeños, se hallan las ratas y ratones, que transmiten peligrosas enfermedades, y conviven, a veces, en nuestras casas. Por primera vez un libro recopila la información sobre mamíferos invasores en Argentina.
on importados, algunos fueron traídos especialmente, y otros, llegaron por accidente. Cada uno genera sus repercusiones al invadir una tierra extraña; y no son pocos. “Se han introducido aproximadamente 40 mamíferos en América del Sur, de los cuales 25 a 30 establecieron poblaciones, la mayoría en el Cono Sur. En la Argentina, yo conté 23 especies de mamíferos introducidas con éxito, incluidos gatos, perros y vacas salvajes”, dice Daniel Simberloff, de la Universidad de Tennessee, Estados Unidos, en el reciente libro Mamíferos introducidos invasores de Argentina.
Caballo cimarrón, búfalo asiático, antílope negro, cabra, burro orejano, jabalí, visón y castor americano, ciervo rojo, liebre y conejo europeo, ardilla, son algunas de esta lista de especies exóticas que habitan el territorio nacional desde antes de finales del siglo XX y ocupan numerosos párrafos de esta publicación. “Esta es la primera vez que se recopila un libro sobre los mamíferos invasores en Argentina”, destacan Regino Cavia e Isabel Gómez Villafañe, investigadores de Exactas UBA, y autores de unos de los capítulos de esta obra que acaba de publicarse.
En este trabajo puede hallarse que “Argentina ocupa un lugar preponderante en la historia de las invasiones biológicas de mamíferos introducidos. Los más tempranos colonos europeos permanentes de Buenos Aires en 1580 descubrieron enormes manadas de caballos salvajes”. Y, el naturalista Charles Darwin en su viaje a bordo del Beagle, al visitar la zona de La Plata en 1832, relata que “…innumerables manadas de caballos, vacas y ovejas, no sólo han alterado todo el aspecto de la vegetación, sino que casi han desterrado el guanaco, el venado y el avestruz”.
Cambios, cambios y más cambios producen estos mamíferos que se encuentran entre las especies invasoras más impactantes.
Cambios, cambios y más cambios producen estos mamíferos que se encuentran entre las especies invasoras más impactantes. “Son los que generan bastantes problemas, pero no son los únicos”, marca Cavia, quien, junto con Gómez Villafañe, se dedicaron a estudiar a los más pequeños de ellos. Se trata de los micromamíferos que, a diferencia del resto, “no fueron traídos adrede, con un objetivo; sino que vinieron accidentalmente, como polizones en barcos”, coinciden ambos doctores en biología, desde el Laboratorio de Ecología de Poblaciones del Departamento de Ecología, Genética y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
Colados en las bodegas de viejos navíos arribaron al país Mus musculus, Rattus norvegicus y Rattus rattus, más conocidos como ratón doméstico, rata parda o noruega y rata negra o de los tejados. “Se encuentran entre las especies invasoras más importantes del mundo”, subrayan.
De origen asiático, no solo ingresaron sin pasaporte, sino que podían venir cargados de pestes. Y se encontraron con la tierra prometida como les ocurre en casi todo el planeta porque hoy habitan todo el mundo. “Estas tres especies, que son exóticas, se adaptaron pronto al ambiente urbano. Esto, en cambio, no ocurrió con las nativas. Por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires hay muchas especies de pequeños roedores autóctonos, y no han podido adaptarse a la ciudad”, precisa Cavia.
A ellas no las encandilan las luces de neón y otros brillos de la metrópoli, sino que las basuras son uno de sus mayores atractivos. “Tienen alimentos, refugio, temperaturas más estables que en lugares más agrestes. Los ratones con el frío o factores meteorológicos adversos no sobreviven. Pero las ratas en sitios urbanos quizás se logran reproducir todo el año”, puntualiza Gómez Villafañe.
Y fueron plaga
Los ratones, con sus 30 gramos de peso, y las ratas de hasta casi medio kilo, se abren paso en el mundo con sus dientes. Como buenos roedores roen todo a su paso y entran a los edificios a las mordidas pero, además, son ágiles trepadores, nadadores y saltarines. Y casi se dividen en partes los territorios. “Las ratas noruegas son más del suelo, y pueden atacar a otros ratones. En cambio, las Rattus rattus o de tejado, son más aéreas, andan por los techos y se las ve en los cables de electricidad”, describe Cavia.
Pero cualquiera de ellas presenta la misma amenaza a criterio de Gómez Villafañe: “Dentro de estas especies de mamíferos invasores, el problema que tienen es la cantidad de enfermedades que transmiten como triquinosis y leptospirosis, entre otras. Y como están muy asociadas con los humanos, hay más posibilidad de transmisión de patógenos”.
Conviven en nuestros hogares, en industrias, comercios o granjas, y suelen seguir a sol y sombra a la humanidad. Salvo en algunas islas, como el archipiélago fueguino o Malvinas, donde las ratas forman colonias en ambientes naturales. “Y predan nidos de aves autóctonas que no están acostumbradas a que las ataquen por tierra”, detalla Cavia.
Estén donde estén, estas especies “claramente son un problema. Son plagas urbanas y de los sistemas rurales donde, más allá de que se comen el alimento del ganado, pueden producir una pérdida económica porque rompen cortinas, paredes, techos, entre otras cosas; y pueden transmitir enfermedades a los animales de cría, que deberían estar libres de patógenos”, dice Cavia.
Estén donde estén, estas especies son claramente un problema. Son plagas urbanas y de los sistemas rurales donde pueden transmitir enfermedades a los animales de cría.
Si bien en el mundo estos roedores están implicados en la transmisión de la peste bubónica, el tifus murino, Enfermedad de Lyme, entre otras, en la Argentina se encontró que estaban infectados por teniasis, triquinosis, rodentolepiasis, capilariasis, toxoplasma, criptosporidiosis, leptospirosis y fiebre hemorrágica con síndrome renal.
“Erradicarlos no siempre es posible, en esos casos lo conveniente sería mantenerlos en baja densidad. Diversas investigaciones realizadas en nuestro laboratorio intentan alcanzar este objetivo a través de olores o de barreras para evitar el uso excesivo de venenos”, concluyen.
Mientras avanzan estos estudios, la ciencia a diario requiere de ellos. “Estas tres especies son importantes modelos biológicos como animal de experimentación», completa Cavia.
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Fuente: nexciencia