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INVAP y ARSAT en AATN

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Durante la última edición de la reunión anual de la Asociación Argentina de Tecnología Nuclear (AATN), el subgerente general de INVAP, Dr. Vicente Campenni, y el presidente de ARSAT, Ing. Matías Bianchi, ofrecieron una conferencia en conjunto para repasar cuestiones institucionales e introducir algunas curiosidades del proyecto compartido ARSAT-1. Todos los detalles en este informe especial de N&T.

 

 

Respondiendo al título general que convocó a los dos especialistas, ambos se refirieron a los avances “desde la tecnología nuclear a los satélites geoestacionarios”, en su calidad de referentes de dos entidades prestigiosas que recientemente coronaron su éxito con el lanzamiento y puesta en órbita del ARSAT-1, primer satélite geostacionario de telecomunicaciones de Argentina y de América Latina.

El Dr. Vicente Campenni recorrió la trayectoria de INVAP, deteniéndose en las diversas áreas de trabajo. Se refirió a los proyectos más trascendentales, como los reactores exportados que tan bien han signado la historia de la estatal rionegrina, y, entre otros tópicos, enfatizó la participación de la empresa en el área satelital, incluyendo el ARSAT-1, realizado en conjunto con la empresa homónima al proyecto.

“INVAP es una empresa dedicada al diseño y construcción de sistemas tecnológicos complejos, con una historia de 39 años en el país y presencia internacional de más de 25 años”, señaló el subgerente general de la compañía fundada en 1976 gracias al esfuerzo del Dr. Conrado Varotto.

“Es de una sociedad del Estado de la Provincia de Río Negro –agregó-, con fuertes vínculos con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), institución que hoy sigue participando tanto de la asamblea como del directorio de INVAP. Actualmente, la empresa cuenta con más de 1.200 empleados, la mayoría de los cuales son profesionales o técnicos. En cuanto a sus proveedores, un alto porcentaje es de origen nacional, con lo que se retroalimenta el desarrollo tecnológico argentino y sus capacidades”.

Si bien INVAP es una sociedad del Estado, Campenni advirtió que “su accionar se asemeja a los de una sociedad anónima. No tiene presupuesto nacional ni provincial, sino que vive por los contratos que ejecuta, y todas las ganancias se reinvierten en la misma empresa”. Otro rasgo interesante que remarcó fue que “existe un bono de participación que se distribuye a todos los empleados por igual, sin tener en cuenta su ubicación jerárquica”.

De acuerdo con la explicación del subgerente, INVAP cuenta con cinco áreas de negocios:  nuclear (dentro de la cual se llevó a cabo la línea de reactores de investigación, incluyendo el más significativo de ellos, que fue el que se exportó a Australia); espacial (se inició en la década del ’90 con el desarrollo de satélites de observación de la Tierra y, más adelante, se complementó con los satélites geoestacionarios); sector de Gobierno (vinculado con radares, radares de tránsito comercial aéreo, radares primarios para la detección de intrusos en las fronteras y radares meteorológicos); Industrial y Energías Alternativas (se dedica a diversas áreas, y se propone como desafío crecer en el campo eólico); TICs y Servicios Tecnológicos (surgida por la capacidad de la empresa de instalar centros de medicina nuclear con algunos productos propios y relaciones comerciales con proveedores del área. Luego, se extendió también al ámbito de la Televisión Digital Abierta).

“Para poder entender todo el proceso que nos llevó a desarrollar este amplio camino hubo factores clave”, definió Campenni: “Uno es de tipo externo, y se refiere al entorno del país, a la capacidad de compra del Estado confiando en cubrir las necesidades con conocimiento y habilidades nacionales. Esto permitió un gran crecimiento tecnológico para todo el país, ligado a la repatriación de profesionales en los últimos años y la apertura de posibilidades en la Argentina”. En cuanto a los factores internos, Campenni destacó la predisposición del personal por afrontar desafíos, amparados en una frase que su fundador, Varotto, solía repetir: “No al colonialismo mental. Se puede”. También resaltó la capacidad de desarrollar proyectos tecnológicos complejos y la importancia de “vivir de lo que se vende, lo que genera un impulso específico y la obligación de lograr un modelo de gestión de proyectos balanceado con el cumplimiento de contratos”.

Luego remarcó: “A ello se le suma la versatilidad para poder dar respuestas en áreas tan diversas como las descriptas y el trabajo en equipo. Es necesario aunar mucha gente para emprender desarrollos de estas magnitudes, y el hecho de que exista una preocupación por el otro, más allá del sector que a cada uno le corresponde, es un desafío que afortunadamente se logró muy bien. En esto además influye la cooperación del cliente, porque creemos que todos debemos funcionar como conjunto. Sin perder de vistas los diferentes roles, necesitamos tener la visión común de un objetivo y en eso ser socios. De lo contrario, no podríamos haber llevado a cabo tantos proyectos exitosos con la CNEA y con ARSAT, por ejemplo”.

Por último, el especialista indicó que detrás de todas las áreas de INVAP se encuentra la “gestión del conocimiento”, resultado de “decisiones estratégicas que hicieron posible trasladar el expertise conseguido en el sector nuclear a otros campos, y así desarrollar capacidades nacionales, exportaciones y valor agregado”.

“Dada la acumulación de conocimientos (radares, satélites de observación, etc.), junto con la decisión estratégica de ocupar las posiciones geoestacionarias del país y la creación de ARSAT en 2006, pudimos afrontar el desafío de construir nuestros propios satélites geoestacionarios, y ese fue el preámbulo de lo que se materializó en el ARSAT-1, del cual estamos sumamente orgullosos”, expresó Campenni.

Posteriormente, tuvo la palabra el Ing. Matías Bianchi, presidente de la empresa estatal de telecomunicaciones ARSAT, quien tituló su presentación con la leyenda “Por la tierra, por el aire y por el espacio”. En ese marco, destacó que la institución fue creada para “desarrollar el mercado satelital argentino y proteger las posiciones orbitales con tecnología nacional”. Para eso, se propuso el trabajo en equipo con INVAP, “que ya tenía una gran experiencia en proyectos de alta envergadura”.

Posteriormente, Bianchi enfatizó que “los satélites de telecomunicaciones cuentan con complejidades adicionales, porque deben funcionar casi el 100% del tiempo para dar respuesta a las crecientes necesidades de comunicación de los usuarios, y deben operar durante 15 años (frente a la vida útil de 4 ó 5 años que por lo general suele tener un satélite de observación terrestre). Toda esta complejidad fue resuelta con la gran experiencia que tenía INVAP y los conocimientos de quienes habían trabajado en Nahuelsat, que ya habían especificado satélites de comunicaciones”.

“Además –detalló-, en 2010 se le asignaron a ARSAT dos nuevos proyectos: el despliegue de la Televisión Digital Abierta junto con INVAP (migración de la TV analógica a la digital, permitiendo un mejor uso del espectro), a través de la construcción de 120 torres que se suman al servicio ofrecido por vía satelital para completar la cobertura en todo el país; la Red Federal de Fibra Óptica (58.000 kilómetros de redes de alta capacidad y un porcentaje también provisto por satélites, y un data-center situado en la Estación Terrena de Benavídez). Todos estos proyectos tienen una mirada muy fuerte en la inclusión social y en brindar igualdad de posibilidades en términos de comunicación a toda la población”.

Continuando con los proyectos de la institución, Bianchi adelantó que, tras el despegue y puesta en órbita del ARSAT-1 en 2014, tienen previsto lanzar el ARSAT-2 durante este año. Y señaló que se fijó como objetivo “un plan de negocios para cuadriplicar la facturación entre 2012 y 2016, con el fin de volcar las inversiones que hizo el Estado en la sociedad a través de la generación de valor agregado”. En esa línea, resumió que “para 2016 imaginamos una empresa con dos satélites volando, los 58.000 kilómetros de fibra óptica en funcionamiento (que llegarán a 1.800 localidades –lo que representa a 9 millones de hogares), el data-center, las 120 torres de televisión digital y 100.000 usuarios de TV vía satélite”.

“El programa satelital constaba en principio de dos satélites, y actualmente lo estamos reformulando para que incluya más de veinte”, advirtió el titular de la compañía de telecomunicaciones. Además, manifestó que el ARSAT-2 se encuentra en la fase de ensayos y que ya disponen del diseño comercial del tercer satélite de esta línea. A esto se le sumará el propósito no menor de “lograr una evolución tecnológica de la plataforma para ser más competitivos en términos de potencia, lo que se traducirá en una mayor oferta de servicios sin aumentar (y hasta reduciendo) el peso de los satélites”.

Adentrándose en los detalles técnicos de estas iniciativas, el especialista explicó que los combustibles cumplen un rol fundamental, dado que “definen la vida útil de un satélite”, y preció que “el 80% del combustible se consume durante sus primeras dos semanas”, siendo el restante 20% el que delimitará el tiempo de vida.

Según afirmó Matías Bianchi, el ARSAT-1 “fue pensado de manera robusta, para asegurarnos de que funcionara tal como lo está haciendo”, y explicó que “el hecho de haber realizado el primer satélite geoestacionario de Argentina y Latinoamérica, teniendo en cuenta que no hay más que diez países en el mundo capaces de hacerlo, es lo que nos motiva para querer optimizar la plataforma”.

 

Más sobre el ARSAT-1: la misión en conjunto que marcó la historia del país

“Cuando se planteó el desafío de enviar un satélite geoestacionario al espacio, de alguna manera nos estaban diciendo que debíamos ubicar 3 toneladas en 12 metros cúbicos (volumen del satélite), generando 4,2 KW de potencia en el espacio, y todo ello situarlo a 36.000 km en una caja de 60 kilómetros de lado: algo así como pararse en el Obelisco, patear una pelota de fútbol y embocarla en un arco en Guyana Francesa”, indicó Bianchi con picardía.

“El proceso de generar una órbita geoestacionaria, luego de cumplida la función del cohete (que lo deja a 250 km mientras que hay que llevarlo a 36.000 km), se realiza en cinco maniobras. Esto se hizo por primera vez en la Argentina y América Latina, en nuestra estación terrena y con equipos de ARSAT y de INVAP, y fue un trabajo muy arduo que afortunadamente resultó grandioso”, remarcó el titular de ARSAT, a lo que Vicente  Campenni agregó: “Para poder concretar esas maniobras, una vez que el satélite geoestacionario se encuentra en su posición orbital, debimos contratar un servicio de estaciones para poder tener visibilidad durante todo el proceso, y la respuesta de las dos empresas europeas a las que recurrimos fue que el trabajo se realizó en forma impecable, incluyendo también el proceso de operación que se llevó a cabo”.

Más tarde, el presidente de ARSAT señaló algunas características del satélite lanzado el 16 de octubre pasado, en una suerte de resumen donde relucieron algunos números ilustrativos: “Implicó 57 contratos para 7 sistemas compuestos por más de 17 subsistemas y más de 4.900 componentes. Demandó 1,3 millones de horas/hombre, más de 2.500 días y más de 500 personas trabajando, siendo el objetivo ofrecer 15 años de servicios para telecomunicaciones. El proyecto se prolongó durante 7 años, y lo que se busca con esta línea es que la participación nacional en el mercado satelital sea cada vez mayor, brindando servicios de excelente calidad con una mirada inclusiva”.

Finalmente, cerrando la conferencia, los expertos reflexionaron nuevamente sobre la importancia de la misión, coincidiendo en que fue un éxito porque se supo trabajar en equipo poniendo en funcionamiento las capacidades tecnológicas de nuestro país y abriendo perspectivas a futuro que colocan a la Argentina en un verdadero lugar de vanguardia.

 

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