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Producción artesanal de cervezas, el desafío para incorporar nueva tecnología

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El encuentro, que dirigió el subsecretario de Políticas en Ciencia Tecnología e Innovación Productiva, Licenciado Fernando Peirano, contó con el acompañamiento de la Universidad Nacional de Río Negro. Entre los presentes y los convocantes se coincidió en el sentido federal que tienen estas rondas y se valoró la intención de instalar la tecnología como desafío para el desarrollo de las economías regionales.

La producción de lúpulo en la comarca Andina y la fabricación de cerveza artesanal  fue una de las mesas de gran interés en el debate entre empresarios y voceros del Estado.

Una historia cervecera

En la región de El Bolsón se inició la producción en 1984. En la ciudad del microclima, enclavada en la cordillera patagónica, el cultivo del lúpulo encontró un lugar de excelencia para su prosperidad. La cerveza de la Comarca Andina comenzó a saborearse en la región desde 1987 y en 1992 su fabricación fue aprobada con reconocimiento nacional. En el caso de la producción de la Cerveza El Bolsón, actualmente llega hasta Ushuaia y desde San Martín de los Andes en la Patagonia Argentina. Logró presencia en ciudades de Neuquén, Chubut, Santa Cruz y, por supuesto, Río Negro.

Quedaron, como relatos de la historia cervecera de Bolsón, las anécdotas de principios del XX, cuando Otto Tipp izaba una bandera blanca en su fundo, como señal de que su doméstica producción de cerveza ya estaba lista para disfrutar con los vecinos. Desde aquellos alambrados  y glorietas ornamentadas de lúpulos, como un bien natural que prodigaba la tierra, vino luego la importación de variedades de lúpulo desde EEUU en 1980 y hoy, el presente  tecnológico. Han pasado miles de  sueños de pequeños empresarios y todos sumaron a la identidad de la Comarca, al sur del paralelo 42. El primero conocido como típico Valle del  Bolsón, en 1920, se extiende hasta la actual convertido en  la Capital Nacional del Lúpulo. Un largo y trabajoso camino que sigue en marcha.

El ingeniero Hernán Testa asegura que actualmente “el consumo de cerveza viene funcionando muy bien y, por suerte, en todos los sectores. Me refiero a nivel nacional, regional y local. La producción de lúpulo tiene una demanda creciente,  especialmente  en lo que es el lúpulo aromático. La cervecería El Bolsón son usuarios casi estrictos del lúpulo aromático y realmente general una muy buena demanda”.

Guillermo Bahlaj, director general de la empresa familiar que fundó Juan Carlos Bahalaj, reconoce que  es fundamental abrir espacios de contacto en el marco de la tecnología al servicio de las empresas. Su  presencia  en la ronda de negocios  respondió a un objetivo fundamental: “Pretendimos intentar un acercamiento con los sectores que integran la oferta tecnológica, en tanto nuestra producción de cerveza nos propone como grandes demandantes pese a que somos una empresa pequeña. Este es un acercamiento, buscamos datos y pretendemos mejorar el desarrollo también”.

Para un ingeniero agrónomo dedicado especialmente a fomentar la producción del lúpulo, el  aporte tecnológico es  de alto valor. Hernán Testa confirma que “al ser el lúpulo un cultivo industrial, como el tabaco, la caña de azúcar, o la yerba mate,  tiene una fase agrícola, en el campo y otra en el galpón. Por ende, demanda tecnología y también nuevos desarrollos. El cultivo del lúpulo tiene una fase industrial dado que las cervecerías lo utilizan bajo forma industrializada y necesitamos mejorar la respuesta, tanto con nuevos desarrollos tecnológicos como con la optimización de la infraestructura de lo ya existente”. Además, se debe realizar la cosecha y selección de la flor (o cono) del lúpulo, y separar la flor de las hojas (punto crítico de la cosecha). La actividad se desarrolla durante diez meses intensos en el campo, donde las chacras lupureras extienden sus cultivos.

La cosecha se realiza con tareas manuales y utilizando carro y tractores para cortar las guías en la parte superior de la planta, mientras que los hombres con machete cortan en la parte inferior. El éxito de la cosecha se traduce en el máximo de flores, tratando de excluir el 100% de las hojas en el producto final, un resultado no alcanzado por los productores hasta la fecha. Actualmente se obtiene una cosecha con presencia de hojas por debajo del 10%. Cuando la calidad de selección no es superior y el productor no llega a un resultado más limpio posible, paga con penalizaciones o descuentos al momento de valorizar la cosecha.

 La importancia de contar con mejores y más modernos  equipos, máquinas que aceleren y garanticen un producto final de alta calidad es el desafío primordial. De ahí la importancia de asesorarse respecto al Fondo Tecnológico Argentino (Fontar), cuyos proyectos fueron  presentados en la ronda de negocios en Bariloche. El Fontar, de la Agencia Nacional  de Promoción Científica y Tecnológica, dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, está orientado a mejorar la productividad del sector privado.

Para el ingeniero Hernán Testa “hubo un tiempo de muy buen desarrollo del lúpulo en El Bolsón, con buenas temporadas de producción” y explica que “lamentablemente esto cambió”. “Antes había más lúpulo pero  esto decayó y no por un solo  motivo, fueron distintos los  factores que sumaron un impacto. Podemos relacionarlo con sucesivas crisis internacionales y también locales. Hoy hay menos de 10 productores en Argentina. En El Bolsón, donde se concentran la mayor cantidad de productores,  se registran seis. La perspectiva es buena, hay un aumento en la demanda, y eso nos hace observar con optimismo el futuro” finaliza.

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