Educación
Un aprendizaje… de vida
“Por este colegio no sólo tengo la camiseta puesta: siento un amor enorme”. Con esta frase se inicia la charla con la directora de la Escuela Cooperativa Técnica Los Andes, que se fundó en 1991, siendo pionera en otorgar el título de Técnico en Automatización y Sistemas de Control. La currícula fue definida en conjunto con profesionales de la empresa rionegrina INVAP y el Centro Atómico Bariloche, y diez años después se la actualizó.
Actualmente la entidad se ha posicionado como la única del país que consta de esta especialización tan valorada que les ofrece a los jóvenes una sólida formación en el campo de la tecnología y una gran cantidad de talleres donde pueden poner en práctica su imaginación, su curiosidad y sus ganas de experimentar. “Esta es la base donde se apoya la escuela –señala su directora, Emilse Lerín, es lo que nos define como institución. Para nosotros es fundamental que los alumnos estén motivados, y estamos convencidos de que no hay mejor aprendizaje que aquel que surge en libertad. En los ciclos superiores los chicos piensan sus propios proyectos, y aunque propongan los más utópicos e imposibles de desarrollar, el docente jamás le va a decir que no lo haga: es muy importante que aprendan a conocer sus límites. La metodología de la prueba-error los hace crecer, porque van descubriendo sus debilidades y sus fortalezas”.
Otro rasgo distintivo del colegio Los Andes es la colaboración que se genera entre estudiantes y profesores: “Los proyectos de los chicos están creciendo en tal magnitud que los docentes cada vez se involucran más. Eso genera un vínculo muy fuerte que se traslada en resultados de gran calidad y profundiza la motivación del adolescente por seguir aprendiendo”. Esta armonía, donde los docentes y los alumnos realmente forman un equipo, está muy relacionada con su modo de gestión: “Nosotros sentimos una pertenencia real a la institución, y el hecho que sea una cooperativa refuerza ese lazo porque de alguna manera somos dueños de esta escuela: desde los directivos hasta los porteros, todos, nadie es empleado de nadie”.
Basada en su experiencia de vida y en su exitoso desempeño como directora del establecimiento, Emilse se define como “una defensora del cooperativismo”: “No lo veo como una forma de asociación empresarial sino, como una forma de vida. Todo se hace a pulmón y desde una voluntad genuina. Por ejemplo, cuando fundamos el colegio, trajimos sillas de nuestras casas y eso hace que todo nos consideremos parte de ella. Esta concepción del cooperativismo, muy ligada con los valores de la solidaridad, tratamos de que quede expresada en los desarrollos de los alumnos, y por eso promovemos proyectos para chicos de bajos recursos o con capacidades diferentes principalmente”.
Con ayuda de sus docentes, los estudiantes desarrollan dispositivos novedosos, útiles y gratamente sorprendentes: cargadores de pilas alcalinas; aros magnéticos portátiles para que personas hipo-acúsicas puedan transportarlos y utilizarlos donde lo necesiten con tan solo enchufarlos a la corriente eléctrica; un dispositivo de control a distancia para que a través del teléfono sea posible prender la luz, el televisor u otros aparatos domésticos (muy útil en casos de movilidad disminuida); un detector de latidos fetales; una impresora braile y muchos más. Además, se suma a esta lista una mesa bipedestadora que permite que pacientes cuadripléjicos puedan realizarse estudios (como radiografías y otros). Una de ellas fue solicitada por una escuela especial para que los chicos puedan cambiar de posición: “Ya estamos trabajando en este proyecto, y muy pronto lo estaremos entregando”, adelanta la directora.
Por último, dos alumnos comparten los proyectos en los que están trabajando actualmente:
-Matías: “Con mi grupo estamos armando una mano robótica para personas amputadas a la que pensamos agregarle un sensor para los músculos. La idea es que con un pensamiento, la persona pueda accionar la mano, la cual también podrá diferenciar entre elementos blandos y rígidos. Todo esto requiere de un entrenamiento, pero no tenemos dudas de que van a ser muchos sus beneficios”.
-Cristian: “En mi caso estoy trabajando junto con mis compañeros en un dispositivo automático de Resucitación Cardio Pulmonar (RCP) para mejorar las maniobras de reanimación que se requieren en una urgencia médica. Al subir a la persona a la camilla rígida, el aparato se coloca en la camilla e instantáneamente se pone en funcionamiento. Cuando se produce una emergencia es necesario hacer el RCP en forma constante durante el trayecto hacia el hospital, y esto garantiza que el procedimiento se realice con la intensidad correcta. Además le agregamos un medidor de pulso para controlar debidamente el ritmo cardíaco”.
Quienes estudian en Los Andes saben bien que las iniciativas comienzan en los talleres pero que sus posibilidades son inconmensurables: “El premio más grande –relata Emilse- es verle la cara a los chicos que reciben los dispositivos hechos en la escuela y compartir la satisfacción de los alumnos por poder ayudar a otro. En este intercambio se dan cuenta de que esos aprendizajes técnicos pueden materializarse en algo que es capaz de resolverle la vida a otras personas, o al menos ofrecerles una ayuda muy importante. Por lo general ocurre que los adolescentes no saben para qué están estudiando, y aquí afortunadamente esa pregunta encuentra sentido con facilidad”.