Ambiente

Una opción renovable

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El cambio climático global es una problemática que a lo largo de los años ha ido ganando terreno en las discusiones públicas y privadas. Pero ¿cuál es el rol que cumplen las energías renovables en este escenario? El Dr. Jaime Moragues, quien trabajó en temas de energía solar en la CNEA, y que actualmente es coordinador de Energías Renovables en el MINCyT, comparte su experiencia para dar respuesta a este interrogante.

“El uso de energías renovables es la alternativa que puede reemplazar a los hidrocarburos en la generación de electricidad así como, y esto es importante destacarlo, en cuestiones térmicas (calefacción de viviendas, provisión de agua caliente sanitaria, calor industrial) y en transporte, para disminuir y frenar el cambio climático. También deben ir acompañadas de una política de uso eficiente y racional de la energía, lo que comienza por utilizar los recursos energéticos más abundantes y menos contaminantes, pasando por toda la cadena del uso de la energía, la generación, la distribución y transmisión, y finalmente el empleo”, introduce el Dr. Jaime Moragues.

Algunas opiniones advierten que la energía solar y eólica, si bien son beneficiosas por su contribución frente al cambio climático, no tienen el potencial necesario para abastecer la creciente demanda eléctrica, sin embargo, el Dr. Moragues apuesta por una mayor injerencia de estas fuentes en la matriz energética nacional: “Tanto la solar como la eólica tienen en nuestro país el potencial como recurso para dar respuesta al aumento del consumo energético, tanto a mediano como a largo plazo. Por supuesto, es necesario complementarlas con un sistema de almacenamiento de energía para las horas en que el sol y el viento no estén presentes, lo cual está avanzando mucho a nivel mundial a través de programas de I&D (Investigación y Desarrollo). Existe una gama muy amplia de sistemas de acumulación, siendo éstos una gran alternativa incluso con los sistemas convencionales de generación de electricidad”.

“La Argentina –agrega- debería modificar su matriz energética rápidamente dado que tiene una dependencia del 87% de hidrocarburos. En este momento, la participación de la hidráulica convencional -que es una energía renovable sin efecto invernadero- es sólo del 4,2% y la nuclear, que tampoco aporta a dicho proceso, un 3,5%, considerando la oferta primaria de energía (si se considera sólo la electricidad, el porcentaje de la nuclear asciende al orden del 7%). El resto de las no convencionales no llegan al 1%. La nueva ley 27.191/2015, que modifica a la ley 26.190, propone que en el año 2017 las energías renovables representen un 8% de la matriz eléctrica y un 20% en el 2025. Para lograrlo es necesario un importante esfuerzo a nivel nacional. Además, la incorporación de estas energías va a significar un gran ahorro en divisas por la compra de combustibles convencionales”.

La energía solar y eólica dependen de la disponibilidad del recurso para producir energía eléctrica, pero esta condición puede complementarse con sistemas asociados. Según comentó a EnHoy el Dr. Moragues, “se debe disponer de sistemas que puedan entrar rápidamente en servicio” y que “esos son los sistemas de almacenaje que están en desarrollo”. Además, señaló: “Un estudio detallado de la disponibilidad del viento en diferentes regiones el país, por ejemplo, puede ser de utilidad para instalar un conjunto de centrales eólicas que entren en operación en forma sucesiva. Hoy es posible predecir los vientos con una gran exactitud con una semana de anticipación. También las centrales solares térmicas permiten acumular energía térmica a temperaturas de 300º C durante el día, lo que se puede utilizar durante las horas sin sol para generar electricidad. En Chile habrá pronto una experiencia interesante de combinación de una central solar fotovoltaica y una solar térmica: la primera entrega electricidad a la red durante el día, mientras que la segunda acumula energía térmica para operar durante la noche”.

El especialista también hizo mención al fuerte vínculo que une a la Comisión Nacional de Energía Atómica –institución en la que ha trabajado durante toda su vida laborar- y el campo de las energías renovables. Al respecto indicó: “En la CNEA existe desde el año 1976 un grupo, que fue creciendo, dedicado a la energía solar. Ha producido numerosos trabajos presentados a nivel nacional e internacional en concentradores de radiación solar para la generación de electricidad. Se hicieron numerosos prototipos de estos equipos, pero al final de la década del 80, al bajar los precios del petróleo como ocurrió a nivel mundial, se dejó de profundizar y se volcaron los esfuerzos al tema fotovoltaico. Actualmente está trabajando en celdas fotovoltaicas para usos espaciales que utilizan los satélites argentinos y en cuestiones vinculadas con la generación distribuida con paneles fotovoltaicos. También participó de un programa de aprovechamiento de energía eólica que llevó adelante la CNEA durante la década del 80 con la idea de combinar esta energía con una central hidráulica convencional.

Hay grupos que también se han enfocando en el hidrógeno, que es un vector energético muy importante y además un sistema de acumulación que se puede emplear para complementar las fuentes renovables de energía. Asimismo, se está trabajando en la CNEA en celdas de combustible, que es una manera sumamente limpia de generar electricidad usando el hidrógeno como fuente de alimentación”.

Hacia un mapa renovable

Teniendo en cuenta el potencial de Argentina en cuanto a las energías renovables, el Dr. Moragues propone como iniciativa la realización de un programa global que abarque todos los recursos renovables que dispone el país, “los cuales son muchos y variados”. En esa línea, diferencia seis tipos de fuentes y su respectiva disponibilidad: “Por un lado, tenemos la energía solar, que se encuentra fundamentalmente en el norte de la Argentina, con valores de radiación como los de la Puna que se ubican entre los cinco mayores del mundo, pero que en forma razonable se pueden disponer en todo el país. Por otra parte, la energía eólica demuestra una mayor intensidad en toda la zona sur, con velocidades de vientos en algunos lugares superiores a los que pueden soportar los equipos desarrollados actualmente a nivel mundial, y que, al igual que la solar, se puede aprovechar en muchas otras zonas del territorio nacional”.

“Además –precisó-, la energía de biomasa es muy interesante: existen valores de recursos naturales muy importantes en la zona centro y sureste del país, pero es posible encontrarla como residuos en toda la región industrial y agro-ganadera, cualquiera sea el lugar, inclusive en las grandes ciudades, donde contribuiría al tema ambiental. También se debe considerar en este rubro el aprovechamiento de las algas marinas”.

En cuanto a la energía provista por pequeñas centrales hidráulicas, el experto destacó que “son muy numerosas en todos los ríos que surcan nuestro territorio, con la ventaja frente a las centrales hidráulicas convencionales de una más rápida instalación y menor costo, y con un impacto ambiental mucho menor”.

Moragues destacó también la energía geotérmica “tanto de alta entalpía a lo largo de todo el cordón cordillerano para la generación de electricidad, como de baja entalpía en una amplia zona de todo el territorio argentino”. “Esta última tiene la característica de llegar a la Costa Atlántica, por lo que ofrece un caso único de aprovechamiento por salto de temperatura con el agua fría del mar”.

Finalmente, en referencia a la energía marina, señaló: “Nuestra extensa costa ofrece potenciales importantes de mareomotriz, tanto por variación del nivel del agua como por la corriente que produce y la energía de las olas; ambas son consideradas dentro de las mayores a nivel mundial”.

Jaime Moragues es Licenciado y Doctor en Física (Instituto Balseriro-Universidad Nacional de Cuyo). Trabajó en la CNEA desde 1964 hasta 1995. Desde 1964 hasta 1975 se dedicó a la física nuclear experimental, tópico al que dedicó a su tesis doctoral. Estuvo becado dos años en Brookhaven National Lab., EE.UU.

En 1975, decidió, junto a su colega Walter Scheuer comenzar a trabajar en energía renovable, en particular  energía solar, tarea en que la sigue trabajando hasta la actualidad.

Fue Jefe de la División Energía Solar, Departamento Prospectiva y Estudios Especiales en CNEA (1976-1986), Director Nacional de Conservación y Nuevas Fuentes de Energía de la Secretaría de Energía de la Nación. (1986-1988), Director Científico del Programa Nacional de Investigaciones de Energías No Convencionales de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación (SECyT) (1988-1989), Director de Investiga­ción y Desarrollo de la CNEA. (1988-1989) y Jefe del Departamento de Fuentes Renovables y Uso Racional de Energía CNEA (1990-1995).

Actualmente es coordinador de energías renovables en el MINCyT y responsable de la línea de energías renovables de la editorial universitaria de UTN edUTecNe. Además es consultor en CONAE.

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