Ambiente

Alerta ambiental Conciencia-educación

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Este artículo es un correlato de todo lo que venimos tratando en los artículos anteriores. Es una síntesis de títulos que nos indica que los progresos vienen muy retrasados y por ende la educación ambiental no avanza.

Recientemente en Francia se proclamó en la Cumbre de Cambio Climático la urgentísima necesidad de llevar a cabo acciones concretas frente a esta problemática. La argumentación se conoce desde el protocolo de Kioto, y aunque mucho se declara, poco se está haciendo.

Cada día, en los noticieros a nivel mundial, observamos diferentes manifestaciones del cambio climático: azorados, vemos granizo del tamaño de un huevo de gallina; lluvias e inundaciones inusuales; calores insoportables, y tanto más.

Esta realidad que nos golpea, y nos seguirá golpeando de no tomar las medidas necesarias, no se soluciona con un documento supuestamente vinculante. Lo único vinculante debe ser la solidaridad, porque estos cataclismos producen daños irreparables.

Siempre partimos de errores de razonamiento, porque año tras año -desde los ’90- vemos cómo se exacerban los modelos meteorológicos, mostrándonos tornados feroces, frente a los cuales solo se realizan pedidos de atención.

Cada vez somos más seres humanos, contaminando y sin cuidar nuestro entorno. Ese es el problema que quedó sin resolver: el alto impacto ambiental que produce la actividad antrópica, de lo cual poco se habla.

Es necesaria una nueva generación que aporte ideas sustentables para cambiar el rumbo errático que lleva el mundo en política ambiental. Tan solo una voz tiene claridad de concepto, y es la del Papa Francisco, que generó una Encíclica que se llama “Laudato si“, donde nos llama la atención desde el Vaticano del desastre que otros países hacen en el planeta.

Es muy importante destacar este mensaje para cuidar la creación de Dios, item que dejaremos para la teología (no la analizamos por el respeto de su origen e inspiración divina, pero sí la nombramos… será que vienen tiempos muy difíciles y no podemos hacernos los distraídos). No se trata de una postura ecuménica sino, de un generoso aporte para el cuidado del planeta.

Con respecto a la educación, se debe hacer progresivamente desde los primeros años de vida hasta la universidad. Se tienen que internalizar las conductas ambientales desde la niñez. En los jardines de infantes se pueden hacer actividades orientadas al reciclado, forestación, cuidado de jardines, etc. En los primarios sería interesante apoyar actividades desde el aula para orientarlos en el cuidado y la protección. En los secundarios organizar ferias de ciencias ecológicas y ambientales tratando de investigar sobre residuos sólidos urbanos, cambio climático, energías alternativas, etc. Y en la Universidad debemos generar currículas con especialidades en ciencias ambientales y ecológicas, para que la formación sirva para el cuidado del planeta.

Todo esto contextuado en la urgente necesidad de conseguir que la sustentabilidad y el cuidado del entorno sea la prioridad. Si hoy somos responsables, mañana no habrá culpables porque el ambiente es “uno”, entendiendo a uno con nosotros: son dos mitades que se unen, una mitad vive dentro de la otra y viceversa. Es unn microcosmos dentro de un macrocosmos.

Prof. Horacio Neme

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