Ambiente
Cambio climático: Alerta Ambiental al cubo
Este artículo intenta resumir lo que venimos advirtiendo sobre nuestro planeta en este espacio de reflexión.
Primero, nuestros artículos fueron de color amarillo por el tipo de alerta: poníamos el énfasis en la educación ambiental, siendo primordial un individuo educado en sintonía con la naturaleza que él también compone.
Luego subimos la apuesta al color naranja: acá ya apuntamos hacia la toma de conciencia y lo colocamos en conjunción con la naturaleza. Pero el Hombre no hizo caso y contaminó a mansalva, produciendo daños a la salud y al ambiente sin advertir que el entorno es su propio medio y que al contaminarse, él mismo se contamina.
Hablamos extensamente de ecología interior y la urgente necesidad de tomar recaudos, pues “la cosa se pone brava”: la naturaleza tiene sus propias leyes para respetar y el individuo no puede modificar ese curso. La batalla ya está dada y lo más preocupante es que la indiferencia nos coloca en una actitud de espectador, perdiendo el protagonismo del actor. En esas circunstancias nadie hace nada y todo lo que vemos es una inagotable realidad cruel.
Esa realidad hoy nos golpea con la alerta que sigue: la roja, y la identificamos con esta señal de peligro porque ya hay pérdidas de vidas, tanto humanas, como animales y vegetales… vida en general. Estamos dilapidando los recursos naturales, bosques destruidos para plantar soja, ríos contaminados por doquier: un panorama desolador.
El cambio climático, tal como lo vemos, es el peor de todos los tiempos y no intentemos echarle la culpa al fenómeno del Niño, tratando de buscar explicaciones donde no las hay, porque lo evitable hoy ya no lo es.
Se crean radares para predecir tormentas, pero éstas generan cursos erráticos impredecibles, sirviendo de poco y nada las alertas meteorológicas. Por ejemplo, ante vientos de más de 300 km por hora, hay seguro pérdidas humanas y materiales.
A eso se le suman las tormentas que ocasionan rayos mortales u ocasional caída de granizo, por lo que me pregunto ¿tanta tecnología para decir ¡ocasional!!? Al no tener certezas se generan pérdidas irrecuperables, y también en la vegetación, como la uva y la pera, entre tantas otras.
Lo que está ocurriendo parece tener un tinte tragicómico, porque el Hombre no se da cuenta de que con la naturaleza no se juega y nada se puede predecir cuando de ella hablamos. ¿O no vemos a diario erupciones volcánicas, terremotos, tsunamis, etc. sin poder hacer nada más que padecerlos?
Los pueblos originarios la tienen “más clara”: respetan las costumbres ancestrales sobre el cuidado de la naturaleza, al sentirse parte del ambiente. Hasta el Papa Francisco tuvo que crear una Encíclica Papal para la toma de conciencia… la “Laudato si” es un claro indicador de hacia dónde debemos orientarnos.
Ya casi no funcionan los comités de crisis porque la velocidad de los hechos no da tiempo para prevenir. Quizás deberíamos llamarlos pos-crisis, en tanto, generalmente la ayuda llega después del desastre, y muy poco se hace para la prevención.
El panorama es devastador, convivimos con noticias ambientales que nos dejan perplejos, dejándonos el interrogante si lo peor aún está por venir. A diario ya vemos problemas conexos con la salud, como el dengue, sika o chicungunia, que han dado origen a virus letales para la raza humana en franca concordancia con la falta de enemigos naturales de los mosquitos que hacen que éstos prevalezcan.
Esta epidemia advierte, o mejor dicho, ALERTA que si bien no podemos controlar un simple mosquito pretendemos explorar si hay vida en otros planetas. ¡Cuánto más necesario sería cuidar bien la Tierra, que en rigor es nuestra única morada!
Por todo lo antedicho, y una urgencia que se vuelve ineludible, mi reflexión final indica que estamos en la fase 3: Alerta Ambiental al cubo.