Ambiente

Alerta Máxima

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Columna de opinión escrita por el Prof. Horacio Neme

Este artículo es una suerte de resumen de varias columnas de la serie que denominamos “Alerta ambiental”. La realidad actual supera la amplitud de estas líneas pero tales problemáticas requieren de análisis y consideraciones que intenten desentrañar posibles soluciones al respecto.

Un tema ya tratado, y de preocupación vigente, es el que refiere a los incendios forestales en la Patagonia. Hoy podemos aventurar la conclusión de que la sumatoria de la imprevisibilidad e intencionalidad conforman un combo perfecto para generarlos, siendo las posibilidades de extinguirlos mayores o menores en función de la ocurrencia de lluvias.

El caso emblemático del Lago Puelo debería marcar un antes y un después, ya que no se tomaron medidas precautorias, pese a que las variables climáticas del momento -con un verano muy seco y caluroso-, hacían previsible el desenlace. Una duda surge en este marco: ¿teniendo cursos de agua y lagos tan cerca no era posible adelantarse a formas de controlar el incendio si éste ocurría?

Hubiera sido acertado crear guardias ambientales para vigilar la menor actividad ígnea probable, en lugar de empezar el combate cuando el fuego ya tenía proporciones que lo hacían incontrolable.

Por intencionalidad entendemos la influencia de la mano del hombre como causa de los siniestros, en una clara manifestación de actitud delictiva, algunos con fines inmobiliarios, otros simplemente por actitudes piromaníacas. En cualquier caso, se trata de acciones deplorables que implican delitos ecológicos, considerados de lesa humanidad.

Por otra parte, las inundaciones son otro gran tema que convoca nuestra atención: el hombre, en su necesidad de plantar soja, deforesta a mansalva y eso provoca lluvias torrenciales dejando centenares de viviendas destruidas y personas fallecidas por el siniestro natura.

Estos casos emblemáticos se suman en todo el Planeta, pero en esta oportunidad nos detendremos en el centro y norte del país, donde pequeños arroyos se transformaron en desbordantes ríos que arrasaron todo a su paso con imágenes muy impactantes.

Hace dos años, en la ciudad de La Plata murieron 89 personas por inundaciones y seguimos sin hacer nada, mientras que la provincia de Córdoba también fue protagonista de un hecho semejante hace unos meses atrás. Al respecto, el gobernador José Manuel de la Sota dijo que era un tsunami del cielo, y su descripción es exacta porque la ausencia de árboles hace que falte ese intermediario muy necesario entre el cielo y el suelo para el control hídrico.

Si no cambiamos nuestra actitud destructiva, marcaremos nosotros mismos el final de los tiempos. Si no respetamos no seremos respetados, y la naturaleza se rige por sus propias leyes causales.

 

 

 

 

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